4 bebidas prehispánicas fermentadas

Nuestra identidad culinaria aún se nutre con bebidas prehispánicas, que, aunque se han ido modificando con el tiempo, son deliciosas y refrescantes.

Si bien con el tiempo y la tradición oral, se han ido añadiendo o eliminando ingredientes para su preparación, lo interesante de estas bebidas, es que son producto de la fermentación de éstos. Los resultados pueden ser desde medicinales hasta embriagantes.

A continuación, te presentamos 4 bebidas prehispánicas que son auténticas de algunas regiones del país:

El pozol

Esta bebida de maíz de origen maya que aún forma parte de la dieta de la población del sur y sureste de México. Su nombre proviene del náhuatl pozolli, que a su vez viene de tlapozonalli, que quiere decir espumoso o hervido. La preparación de esta milenaria bebida utiliza de nixtamal, hojas de plátano, y agua, sin embargo, hay diferentes pozoles en toda la región.

El pozol agrio que se prepara en Chiapas, es una variedad que se fermenta por 6 días en hoja de tó. El pozol que se consume en Ocosingo, se fermenta en guan, una hoja similar a la de plátano que sólo se consigue en aquel municipio.

Después de la fermentación, las bolas de maíz se disuelven en agua. Antiguamente se consumía tal cual, fresco o a temperatura ambiente, sin nada más que los ingredientes ya mencionados, pero ahora es común encontrarlo con azúcar, sal o chile.

 

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El tesgüino

Es una bebida embriagante parte de la cultura alimentaria de las comunidades de la Sierra Tarahumara. Está compuesta por maíz germinado y agua; el objetivo principal en el proceso de elaboración es proteger el maíz de la luz. Una vez germinado, el maíz es molido y después hervido en agua hasta que la mezcla sea de color amarillo; su elaboración es tardada pero importante para los rarámuris.

De acuerdo con la región, a la mezcla son añadidos diferentes ingredientes que funcionan como catalizadores o aceleradores de fermentación. Entre ellos, cortezas, raíces, plantas, tallos de maíz, hojas de agave o corteza de encino.

La palabra tesgüino proviene del náhuatl tecuin, que significa corazón agitado, y se consume exclusivamente en celebraciones importantes que lo ameriten, como en fiestas familiares, ceremonias religiosas, juegos, rituales o funerales.

El tepache

Originalmente se hacía con maíz y lo consumían aquellos que estuvieran débiles o enfermos. La versión con cáscaras y pulpa de piña, piloncillo y agua se elabora en todo el país, pero también puede encontrarse con otras frutas y especias. Esta combinación se deja fermentar en barriles de madera o vitroleros a temperatura ambiente de 4 a 6 días.

Al ser un producto fermentado, el tepache tiene un grado mínimo de alcohol, y se recomienda tomar con hielos y un toque de limón.

El colonche 

Es una bebida alcohólica roja de sabor dulce obtenida por la fermentación de la tuna cardona. Para su elaboración es necesario pelar, cortar y sacar el jugo de la fruta, mismo que se hierve y se deja reposar para su fermentación espontánea.

Su ingesta es habitual en San Luis Potosí, Zacatecas y del Bajío, sitios donde abunda el nopal silvestre y se consume en los meses de agosto y septiembre para celebrar las cosechas.

 

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De acuerdo con la revista digital de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los estudios microbiológicos de estas bebidas indican contienen gran cantidad de microorganismos benéficos para la flora o microbiota intestinal. Cuéntanos ¿las conocías?

Por Culinaria Mexicana

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