Puede ser de pulpa rosa o amarilla, ambas contienen semillas pequeñas y duras en su interior; el exterior cambia según el color de la pulpa, la guayaba rosa tiende a ser de mayor tamaño si se compara con la amarilla, pero ambas son muy fragantes y dulces cuando están maduras.
Esta fruta no es originaria de México, sino del Caribe y la América tropical. Aunque crece de manera silvestre en climas cálidos como el de Michoacán, donde se produce el 50 % del total nacional (aproximadamente 164 835 toneladas anuales), o el de Aguascalientes, con una producción del 27 % del total nacional (87 184 toneladas anuales). Es una fruta que abunda casi todo el año, pero su temporalidad comienza en agosto. Es importante considerar que durante el resto del año requiere de más cuidados y agua para crecer.
La guayaba como remedio
En México se ha convertido en una fruta muy representativa y tradicional. Hay registros de su uso que datan del siglo XVI, donde se utilizaba toda la planta del guayabo, no exclusivamente su fruto. Por ejemplo, los cogollos de la guayaba se pueden preparar en té con semillas de aguacate y ciruelo, para remediar los dolores estomacales por empachos. También es común que se hagan infusiones con las hojas para aliviar padecimientos de la piel como el acné, algunos salpullidos no infecciosos e hinchazones, pues contienen propiedades antisépticas y astringentes. Se le ha referido en textos tanto culinarios como de medicina y botánicos, pues para poder definir a un ingrediente comestible como curativo se tiene que hacer una disección de sus propiedades nutrimentales.
Las guayabas crudas son una fuente de vitaminas A, C, K y potasio. Su consumo diario ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre y a bajar el colesterol. Se recomienda comerlas con cáscara y semillas pues éstas contienen fibra y aceites esenciales.
Si aún no sabes qué preparar con ella, integra esta receta de Jugo antioxidante con guayaba a tus desayunos, así fortalecerás tu sistema inmunológico. Puedes preparar también este postre de Guayabas rosas en almíbar, un clásico de la cocina mexicana.
Por Daniela Casas
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