«País de cholas es pues éste, no es de extranjeros»

Rosa Rodríguez Calderón, chola boliviana, fundó en 1935 el Sindicato de Culinarias (SC), es decir, de las mujeres cocineras. El éxito de esta acción inspiró la creación de otros grupos de mujeres que compartieron un objetivo común: la lucha por sus derechos. Las acciones y convicciones de estas mujeres han trascendido hasta nuestro siglo gracias a las cholas que les sucedieron, quienes han mantenido encendida la llama de dignificación y lucha constante por lo que les corresponde.

En Bolivia, las cholas (mujeres mestizas de sangre española e indígena) fueron las protagonistas en los años de 1930 de movimientos que dieron fuerza a la lucha de los derechos de mujeres trabajadoras, como culinarias (cocineras), floristas, recoveras (mercaderas) y otras más.

Uno de estos movimientos fue la creación del Sindicato de Culinarias (SC) por Rosa Rodríguez Calderón, debido a una prohibición que el municipio de La Paz emitió con el nombre de “Evitarse las infecciones en los tranvías”:

 

Queda terminantemente prohibido permitir la subida a los coches con cualquier bulto voluminoso que pueda entrar en contacto con los demás pasajeros, así como las personas con muestras visibles de desaseo o cuyas ropas puedan contaminar a los demás pasajeros o despidan mal olor. Cualquier pasajero tendrá derecho a que los cobradores hagan salir del coche a tales personas.

 

La restrictiva municipal hacia las culinarias

En La Paz de 1935, el único sistema de transporte colectivo era el tranvía. Aunque este transporte ya estaba segmentado en dos clases, una para las amas de casa o “señoras” y otra para la clase popular (medida insostenible debido a la cantidad de gente que lo empleaba), esto no era suficiente para las “señoras”, cuyas quejas llegaron hasta el municipio.

Si las recoveras tenían que transportar los productos en tranvía para llevarlos a diferentes puntos de La Paz, y las mujeres cocineras hacer lo suyo con los víveres, desde los mercados a las casas de las “señoras”, para alimentar a las familias para las que trabajaban, ¿cómo lo harían con la restrictiva municipal? Con ella se les segregaba aún más de los derechos ciudadanos, pues sin canastas ni bultos voluminosos (el tamaño que eso signifique), se imposibilitaba su tarea.

 

¡Que las culinarias porten cartilla de sanidad!

Petronila Infantes (Peta), culinaria muy activa en el SC dijo que las señoras argumentaban que cuando las cholas subían, “les rasgábamos las medias y les incomodábamos con las canastas”. Además, la pollera tradicional (falda) de las cholas, fue vista por las “señoras” como una prenda sucia y maloliente, que solo un cuerpo desordenado y contaminado portaría. Con esta opinión, se aludía a la supuesta falta de higiene y a las infecciones que portaban las cholas. Incluso, la Policía de Higiene intentó obligarlas a portar una cartilla de sanidad.

La discriminación contra las cholas era tema común en aquel periodo, como lo dijo Exaltación Miranda:

 

La gente rica nos ultrajaba mucho a nosotras: siempre nos trataba de india, de chola […] No podíamos ni entrar al cine, porque decían que somos de pollera […] Nos acercábamos a una heladería […] y nos decían que no había servicio para nosotras. Esas ricas no permitían que una niña de gente humilde entre a un colegio particular. Si […] en las casas, una manejando una taza la rompía, de eso le descontaban.

 

El camino que abrió el Sindicato de Culinarias

El Sindicato de Culinarias luchó por derechos que no se les cumplían a las mujeres que se dedicaban a este oficio, por comparación a los trabajos que realizaban los hombres, y a los de otras mujeres, como las “señoras”. El esfuerzo de Rosa pronto fue seguido con la creación de la Unión Femenina de Floristas en 1936 por Catalina Mendoza; el Sindicato de Viajeras al Altiplano en 1940, y los sindicatos de recoveras entre 1936 y 1940; estas últimas organizaron cerca de 40 manifestaciones y hasta tomaron el Palacio de Gobierno ante el insostenible sobreprecio de los artículos de primera necesidad.

A partir de 1946, con el cambio de poder en Bolivia, los movimientos de mujeres que florecieron de manera ofensiva durante la década precedente tuvieron que conformarse con ser defensivos por la fuerte represión que sufrieron. No obstante, los esfuerzos de estas valientes mujeres, que se involucraron hasta y desde la cocina, dejaron su huella en las cholas que les sucedieron por ser un gran ejemplo de coraje, valentía y justicia, y, sobre todo, por haberles legado una mejor calidad de vida. Las cholas de aquel periodo encontraron en sí mismas la fuerza para luchar contra la discriminación de género, clase y etnia que padecían desde muchos flancos. Hay bastante que reconocerles e intentar imitarles.

 

Fuente

La frase con la que decidí titular esta colaboración es de Natividad Veramendi. Este texto, que tuvo su inspiración en el Día de la Mujer, no hubiera sido posible sin el texto de una de ellas, Silvana Margarucci, pues extraje de él gran parte de la información y las ideas que lo vertebran. Consultar:

Margarucci, Silvana, Cocinando la Revolución en la ciudad de La Paz, 1927-1946, Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas, (06/03/19).

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