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Cocoa o polvo de cacao
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Polvo obtenido mediante la pulverización de la pasta de cacao, una vez que se ha retirado la mayor parte de su materia grasa. Este proceso fue desarrollado por el holandés Van Houten en 1828.
La cocoa es muy utilizada en repostería y pastelería en muchas regiones del mundo. Su sabor es amargo, por lo cual frecuentemente se emplea en preparaciones que contienen lácteos y azúcar para crear sabores similares al chocolate.
Cacao
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Árbol de la familia de las esterculáceas de cuyo fruto se obtienen los granos con los que se produce el chocolate. Del náhuatl cacahuatl, y éste del maya kakaw, fruto rojo y fuerte. El fruto se denomina mazorca de cacao y puede medir hasta 30 cm de largo y unos 10 cm de grosor. A diferencia de otros frutos, éste se desarrolla en el tronco y en las ramas principales del árbol.
Su origen se remonta unos 4,000 años en la América tropical y subtropical. Las culturas que se establecieron en las cuencas del Amazonas y el Orinoco, en las selvas de Colombia y Panamá, ya conocían el fruto, aunque solo consumían el recubrimiento blanquecino que protege a los granos, para luego tirarlos. Los primeros registros de la domesticación y utilización de la semilla procesada indican que los mayas lo utilizaron hace unos 2,000 años como alimento y como moneda, herencia cultural que después imitaron los mexicas y otras sociedades mesoamericanas. El cacao fue tan importante en la zona que varias culturas desarrollaron mitos y cultos rituales y divinos relacionados con él. Después de la Conquista los españoles adoptaron y difundieron al interior y exterior de sus fronteras el valor del cacao como alimento.
En la actualidad se pueden identificar tres principales variedades de cacao.
– El cacao forastero constituye 80% de la producción mundial. Es el más bajo en calidad, con un sabor amargo y aromas ácidos.
– El cacao criollo conforma apenas 1% de la producción mundial. Son granos delicados y presentan un sabor suave a pesar de un ligero amargor.
– El cacao trinitario conforma 19% de la producción mundial. Es un cacao híbrido, cruza de las variedades forastero y criollo. Es bastante fino y rico en materias grasas.
El cacao más apreciado a nivel mundial es el que procede de Venezuela; es fino, aromático y fácil de fundir. Otros cacaos son el de Brasil, el cual posee un agradable amargor; el de Ecuador y las Antillas, cuyo sabor permite intensificar otros más débiles y los provenientes de África, que son de buen rendimiento pero de menor calidad, por lo cual se destinan a preparaciones industriales. También son utilizados internacionalmente los cacaos de Sri Lanka y Java.
Pataxte o cacao blanco
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Variedad de cacao circular grueso, aplanado, de pulpa café claro y más grande que el cacao común. Tiene poca teobromina, pero se explota por la enorme cantidad de grasa de buena calidad que contiene y por su aroma penetrante. Se cultiva principalmente en Chiapas y Tabasco. De las tres variedades principales que se cultivan en México, se considera la de menor calidad para producir chocolate, por lo que para su venta se mezcla con el cacao común (Theobroma cacao) y con el cacao del Soconusco (Theobroma angustifolium).
El cacao fermentado es muy apreciado en Oaxaca, donde alcanza precios muy altos; los granos secos y fermentados se entierran por uno o dos años; al desenterrarse tienen un aspecto y textura de polvorón blanquecino y ceniciento. Por lo anterior también se le llama cacao blanco, además de que entre todas las variedades, su pulpa es de tono más claro.
Se vende por pieza y debe manipularse con cuidado porque se deshace con mucha facilidad, mientras que en polvo su precio se reduce ligeramente. Por lo regular se vende con todo y su cáscara, que después del proceso de fermentación alcanza un tono marcadamente negro. Es indispensable para elaborar bebidas como el chorote, el chocolate-atole y el tejate, porque produce gran cantidad de espuma. En Tabasco se utiliza en dulce con piloncillo, y cuando está fresco se chupa la pulpa blanquecina que recubre la semilla. Conocido en Chiapas y Tabasco como cacao blanco.
Rosita de cacao
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Variedad de cacao circular grueso, aplanado, de pulpa café claro y más grande que el cacao común. Tiene poca teobromina, pero se explota por la enorme cantidad de grasa de buena calidad que contiene y por su aroma penetrante. Se cultiva principalmente en Chiapas y Tabasco. De las tres variedades principales que se cultivan en México, se considera la de menor calidad para producir chocolate, por lo que para su venta se mezcla con el cacao común (Theobroma cacao) y con el cacao del Soconusco (Theobroma angustifolium).
El cacao fermentado es muy apreciado en Oaxaca, donde alcanza precios muy altos; los granos secos y fermentados se entierran por uno o dos años; al desenterrarse tienen un aspecto y textura de polvorón blanquecino y ceniciento. Por lo anterior también se le llama cacao blanco, además de que entre todas las variedades, su pulpa es de tono más claro.
Se vende por pieza y debe manipularse con cuidado porque se deshace con mucha facilidad, mientras que en polvo su precio se reduce ligeramente. Por lo regular se vende con todo y su cáscara, que después del proceso de fermentación alcanza un tono marcadamente negro. Es indispensable para elaborar bebidas como el chorote, el chocolate-atole y el tejate, porque produce gran cantidad de espuma. En Tabasco se utiliza en dulce con piloncillo, y cuando está fresco se chupa la pulpa blanquecina que recubre la semilla. Conocido en Chiapas y Tabasco como cacao blanco.
Madre cacao
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Variedad de cacao circular grueso, aplanado, de pulpa café claro y más grande que el cacao común. Tiene poca teobromina, pero se explota por la enorme cantidad de grasa de buena calidad que contiene y por su aroma penetrante. Se cultiva principalmente en Chiapas y Tabasco. De las tres variedades principales que se cultivan en México, se considera la de menor calidad para producir chocolate, por lo que para su venta se mezcla con el cacao común (Theobroma cacao) y con el cacao del Soconusco (Theobroma angustifolium).
El cacao fermentado es muy apreciado en Oaxaca, donde alcanza precios muy altos; los granos secos y fermentados se entierran por uno o dos años; al desenterrarse tienen un aspecto y textura de polvorón blanquecino y ceniciento. Por lo anterior también se le llama cacao blanco, además de que entre todas las variedades, su pulpa es de tono más claro.
Se vende por pieza y debe manipularse con cuidado porque se deshace con mucha facilidad, mientras que en polvo su precio se reduce ligeramente. Por lo regular se vende con todo y su cáscara, que después del proceso de fermentación alcanza un tono marcadamente negro. Es indispensable para elaborar bebidas como el chorote, el chocolate-atole y el tejate, porque produce gran cantidad de espuma. En Tabasco se utiliza en dulce con piloncillo, y cuando está fresco se chupa la pulpa blanquecina que recubre la semilla. Conocido en Chiapas y Tabasco como cacao blanco.
Cacao
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Árbol de la familia de las esterculiáceas de cuyo fruto se obtienen los granos con los que se produce el chocolate. Del náhuatl cacahuatl, y éste del maya kakaw, fruto rojo y fuerte. El fruto se denomina mazorca de cacao y puede medir hasta 30 cm de largo y unos 10 de grueso; tiene forma ovoide y su cáscara posee surcos y costillas longitudinales y rugosas color verde claro, amarillo, rojo o moreno rojizo, de ahí su nombre: “fruto rojo y fuerte”; esto último probablemente se debía a que su consumo fortalecía.
A diferencia de otros frutos, éste se desarrolla en el tronco y las ramas principales del árbol. Cuando la mazorca se ha desarrollado totalmente, se corta y se abre para sacar las semillas frescas. Su origen se remonta unos 4 000 años en la América tropical y subtropical. Theobroma angustifolia DC, o cacao de Soconusco, es una especie que se cultiva especialmente en Tabasco, Chiapas y Oaxaca para la elaboración del chocolate-atole.
Sus granos son de buena calidad y su uso es local y muy reducido. De la mazorca se utilizan los granos y la pulpa blanca que los recubre. Esta capa algodonosa, húmeda y suave, cuyo sabor agridulce recuerda al de la guanábana, se aprovecha para preparar una bebida local llamada cacahuada e igualmente se aprovecha en la fermentación de las semillas. Los granos se destinan a la elaboración de tabletas o barras de chocolate, a la bebida del mismo nombre y al pozol, para lo cual es necesaria la fermentación de los granos. Los granos frescos, con todo y su pulpa blanca, se colocan en tinas de madera a temperatura tropical ambiente, iniciando así el proceso de fermentación que toma unos siete días, siempre y cuando se trasieguen las semillas para no interrumpir la fermentación. Después se seleccionan por tamaño, se lavan, se secan al sol y se torrefactan, esto es, se tuestan al fuego.
En muchas poblaciones se produce el chocolate de metate para hacer la bebida con agua o leche, y en otras se sigue utilizando el grano para hacer el popo, el pozol y el pulunche, entre otras bebidas. En el zócalo de Zacatenco, Tlaxcala, se vende una bebida fría y espumosa llamada cacao, hecha con haba seca, maíz y cacao tostados y molidos con canela y anís, desleídos en agua y endulzados con piloncillo. Las culturas que se establecieron en las cuencas del Amazonas y el Orinoco, en las selvas de Colombia y Panamá, ya conocían el fruto, del cual chupaban únicamente la capa blanca para luego tirar la almendra, que era devorada por aves, venados y ardillas.
Los primeros registros de la domesticación y utilización de la semilla procesada para consumo indican que los responsables fueron los mayas, quienes hace unos 2 000 años lo utilizaron como alimento y moneda, por lo que era un símbolo de poder y riqueza. Ellos fueron los primeros en tostar el grano y quienes desarrollaron la técnica de molerlo para obtener un polvo que después batían fuertemente con un molinillo. Este conocimiento lo adquirieron los mexicas, quienes también le tuvieron gran estima, al grado de exigir cacao como impuesto a los pueblos que dominaban.
Normalmente lo secaban, tostaban y molían cuatro o cinco veces, le agregaban agua y formaban una pasta que al reposar adquiría mejor sabor y consistencia; luego, la guardaban por seis o más días, para después preparar el chocolate. Su consumo fue exclusivo de las clases privilegiadas, pues el grano tenía un valor muy elevado como moneda. El cacao fue tan importante en la época prehispánica, que en diferentes culturas mesoamericanas existieron varios mitos y cultos divinos relacionados con él. Siempre fue una bebida ritual y no una golosina.
Fue de los pocos frutos que, por sus virtudes y sabor, fueron bien acogidos por los conquistadores y evangelizadores españoles, quienes hablaron de éste con aprecio, lo que no sucedió con otros productos americanos, muchos de los cuales incluso perdieron pronto su nombre original. En el México prehispánico existió una clasificación del cacao por su tamaño.
Francisco Hernández reporta cinco variedades, las cuatro principales eran: cuauhcacahuatl, mecacacahuatl, xochicacahuatl y tlalcacahuatl; y aunque en la actualidad estas variedades no han podido ser identificadas con exactitud, se sabe que el tlalcacahuatl, llamado cacao de la tierra o cacao humilde, se utilizó más como alimento y los otros tres como moneda. La quinta variedad, cuauhapetlachtli, considerada la menor, se daba como limosna a los pobres. Fray Bernardino de Sahagún también reportó la utilización del cacao en distintas bebidas. Algunas de estas preparaciones prehispánicas se siguen encontrando en algunas comunidades indígenas.
Después de la Conquista, los españoles adoptaron y difundieron en sus nuevos territorios el valor del cacao como alimento y, sobre todo, como moneda. Los indígenas continuaron tributando con cacao a las autoridades virreinales, quienes más tarde también tuvieron que pagarlo a la corona española. En esa época algunos religiosos auspiciaron su explotación y comercialización para costear su tarea evangelizadora y sustentar sus misiones y obras de caridad, esforzándose por ampliar estas plantaciones y mantenerlas en óptimas condiciones, ya que al beneficiar el cultivo se enriquecían.
El cacao dejó de ser moneda circulante hasta 1536, fecha en que se estableció la primera casa de moneda de América bajo el virrey Antonio de Mendoza, aunque después se regresó al viejo sistema y se utilizó como moneda en algunas partes del país todavía hasta 1850. Durante más de un siglo, las técnicas de cultivo estuvieron ocultas por los españoles: sólo ellos podían realizar nuevos plantíos, por lo que su comercio estuvo monopolizado. Las plantaciones, originadas en México, se extendieron a Venezuela, Ecuador, Brasil, Haití, Trinidad, Guatemala y El Salvador.
Con el arribo de la leche y el azúcar de caña al Nuevo Mundo, la bebida prehispánica empezó a transformarse cada vez más: ahora se servía caliente y no fría, dulce y no amarga, hasta llegar a convertirse en lo que hoy conocemos como chocolate. Entonces cautivó el paladar europeo y provocó un incremento en la demanda del grano, que se volvió extremadamente codiciado, lo que propició que, tras el debilitamiento del imperio español, los piratas ingleses y holandeses traficaran con él.
Al capturar naves provenientes de Venezuela y Ecuador, los piratas rompieron el monopolio español del cacao, a tal grado que, a mediados del siglo XVIII, los españoles lo tuvieron que adquirir en Amsterdam; ese fue el inicio de la tradición chocolatera en Holanda. En 1882, el holandés Van Huten inventó una máquina que, además de moler el grano, lo presionaba para obtener manteca de cacao y un polvo que se denominó cocoa. En 1902, Rudolph Lindt creó el chocolate en tableta, basándose en la costumbre maya de moler y batir el cacao lo más posible para extraerle su mejor sabor.
El cacao posee también propiedades medicinales: estimula el sistema nervioso central y tiene más efecto sobre el corazón que la cafeína. En comunidades rurales se utiliza como remedio para la angina de pecho, el sarampión, quemaduras, resequedad de la piel y mordeduras de víbora. En todo el país tiene un gran valor alimenticio, farmacéutico, industrial y económico.
Cacao blanco
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Árbol de la familia de las esterculiáceas de cuyo fruto se obtienen los granos con los que se produce el chocolate. Del náhuatl cacahuatl, y éste del maya kakaw, fruto rojo y fuerte. El fruto se denomina mazorca de cacao y puede medir hasta 30 cm de largo y unos 10 de grueso; tiene forma ovoide y su cáscara posee surcos y costillas longitudinales y rugosas color verde claro, amarillo, rojo o moreno rojizo, de ahí su nombre: “fruto rojo y fuerte”; esto último probablemente se debía a que su consumo fortalecía.
A diferencia de otros frutos, éste se desarrolla en el tronco y las ramas principales del árbol. Cuando la mazorca se ha desarrollado totalmente, se corta y se abre para sacar las semillas frescas. Su origen se remonta unos 4 000 años en la América tropical y subtropical. Theobroma angustifolia DC, o cacao de Soconusco, es una especie que se cultiva especialmente en Tabasco, Chiapas y Oaxaca para la elaboración del chocolate-atole.
Sus granos son de buena calidad y su uso es local y muy reducido. De la mazorca se utilizan los granos y la pulpa blanca que los recubre. Esta capa algodonosa, húmeda y suave, cuyo sabor agridulce recuerda al de la guanábana, se aprovecha para preparar una bebida local llamada cacahuada e igualmente se aprovecha en la fermentación de las semillas. Los granos se destinan a la elaboración de tabletas o barras de chocolate, a la bebida del mismo nombre y al pozol, para lo cual es necesaria la fermentación de los granos. Los granos frescos, con todo y su pulpa blanca, se colocan en tinas de madera a temperatura tropical ambiente, iniciando así el proceso de fermentación que toma unos siete días, siempre y cuando se trasieguen las semillas para no interrumpir la fermentación. Después se seleccionan por tamaño, se lavan, se secan al sol y se torrefactan, esto es, se tuestan al fuego.
En muchas poblaciones se produce el chocolate de metate para hacer la bebida con agua o leche, y en otras se sigue utilizando el grano para hacer el popo, el pozol y el pulunche, entre otras bebidas. En el zócalo de Zacatenco, Tlaxcala, se vende una bebida fría y espumosa llamada cacao, hecha con haba seca, maíz y cacao tostados y molidos con canela y anís, desleídos en agua y endulzados con piloncillo. Las culturas que se establecieron en las cuencas del Amazonas y el Orinoco, en las selvas de Colombia y Panamá, ya conocían el fruto, del cual chupaban únicamente la capa blanca para luego tirar la almendra, que era devorada por aves, venados y ardillas.
Los primeros registros de la domesticación y utilización de la semilla procesada para consumo indican que los responsables fueron los mayas, quienes hace unos 2 000 años lo utilizaron como alimento y moneda, por lo que era un símbolo de poder y riqueza. Ellos fueron los primeros en tostar el grano y quienes desarrollaron la técnica de molerlo para obtener un polvo que después batían fuertemente con un molinillo. Este conocimiento lo adquirieron los mexicas, quienes también le tuvieron gran estima, al grado de exigir cacao como impuesto a los pueblos que dominaban.
Normalmente lo secaban, tostaban y molían cuatro o cinco veces, le agregaban agua y formaban una pasta que al reposar adquiría mejor sabor y consistencia; luego, la guardaban por seis o más días, para después preparar el chocolate. Su consumo fue exclusivo de las clases privilegiadas, pues el grano tenía un valor muy elevado como moneda. El cacao fue tan importante en la época prehispánica, que en diferentes culturas mesoamericanas existieron varios mitos y cultos divinos relacionados con él. Siempre fue una bebida ritual y no una golosina.
Fue de los pocos frutos que, por sus virtudes y sabor, fueron bien acogidos por los conquistadores y evangelizadores españoles, quienes hablaron de éste con aprecio, lo que no sucedió con otros productos americanos, muchos de los cuales incluso perdieron pronto su nombre original. En el México prehispánico existió una clasificación del cacao por su tamaño.
Francisco Hernández reporta cinco variedades, las cuatro principales eran: cuauhcacahuatl, mecacacahuatl, xochicacahuatl y tlalcacahuatl; y aunque en la actualidad estas variedades no han podido ser identificadas con exactitud, se sabe que el tlalcacahuatl, llamado cacao de la tierra o cacao humilde, se utilizó más como alimento y los otros tres como moneda. La quinta variedad, cuauhapetlachtli, considerada la menor, se daba como limosna a los pobres. Fray Bernardino de Sahagún también reportó la utilización del cacao en distintas bebidas. Algunas de estas preparaciones prehispánicas se siguen encontrando en algunas comunidades indígenas.
Después de la Conquista, los españoles adoptaron y difundieron en sus nuevos territorios el valor del cacao como alimento y, sobre todo, como moneda. Los indígenas continuaron tributando con cacao a las autoridades virreinales, quienes más tarde también tuvieron que pagarlo a la corona española. En esa época algunos religiosos auspiciaron su explotación y comercialización para costear su tarea evangelizadora y sustentar sus misiones y obras de caridad, esforzándose por ampliar estas plantaciones y mantenerlas en óptimas condiciones, ya que al beneficiar el cultivo se enriquecían.
El cacao dejó de ser moneda circulante hasta 1536, fecha en que se estableció la primera casa de moneda de América bajo el virrey Antonio de Mendoza, aunque después se regresó al viejo sistema y se utilizó como moneda en algunas partes del país todavía hasta 1850. Durante más de un siglo, las técnicas de cultivo estuvieron ocultas por los españoles: sólo ellos podían realizar nuevos plantíos, por lo que su comercio estuvo monopolizado. Las plantaciones, originadas en México, se extendieron a Venezuela, Ecuador, Brasil, Haití, Trinidad, Guatemala y El Salvador.
Con el arribo de la leche y el azúcar de caña al Nuevo Mundo, la bebida prehispánica empezó a transformarse cada vez más: ahora se servía caliente y no fría, dulce y no amarga, hasta llegar a convertirse en lo que hoy conocemos como chocolate. Entonces cautivó el paladar europeo y provocó un incremento en la demanda del grano, que se volvió extremadamente codiciado, lo que propició que, tras el debilitamiento del imperio español, los piratas ingleses y holandeses traficaran con él.
Al capturar naves provenientes de Venezuela y Ecuador, los piratas rompieron el monopolio español del cacao, a tal grado que, a mediados del siglo XVIII, los españoles lo tuvieron que adquirir en Amsterdam; ese fue el inicio de la tradición chocolatera en Holanda. En 1882, el holandés Van Huten inventó una máquina que, además de moler el grano, lo presionaba para obtener manteca de cacao y un polvo que se denominó cocoa. En 1902, Rudolph Lindt creó el chocolate en tableta, basándose en la costumbre maya de moler y batir el cacao lo más posible para extraerle su mejor sabor.
El cacao posee también propiedades medicinales: estimula el sistema nervioso central y tiene más efecto sobre el corazón que la cafeína. En comunidades rurales se utiliza como remedio para la angina de pecho, el sarampión, quemaduras, resequedad de la piel y mordeduras de víbora. En todo el país tiene un gran valor alimenticio, farmacéutico, industrial y económico.
Flor de cacao
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Flor de la familia de las esterculiáceas, que nace del árbol del cacao. La flores, de 0.5 a 1 cm de diámetro y 2 a 2.5 cm de largo, en forma de estrella de color rosa, púrpura y blanca, crecen agrupadas en racimos a lo largo del tronco en ramas pequeñas. Son abundantes en Chiapas, Veracruz, Puebla y Oaxaca. Se utilizan para preparar diversas bebidas. En Guerrero y Oaxaca se mezclan con cacao para preparar el pozonque, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se usan para elaborar el tejate y el bu’pu; en la cuenca del Papaloapan y en Minatitlán, al sur de Veracruz, se emplean para confeccionar el popo; y en Tabasco se utiliza para preparar el pozol. Las flores que se venden en la región de los Valles Centrales de Oaxaca y, especialmente en el valle de Etla, provienen de San Andrés Huayapan.
Polvo de cacao
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Flor de la familia de las esterculiáceas, que nace del árbol del cacao. La flores, de 0.5 a 1 cm de diámetro y 2 a 2.5 cm de largo, en forma de estrella de color rosa, púrpura y blanca, crecen agrupadas en racimos a lo largo del tronco en ramas pequeñas. Son abundantes en Chiapas, Veracruz, Puebla y Oaxaca. Se utilizan para preparar diversas bebidas. En Guerrero y Oaxaca se mezclan con cacao para preparar el pozonque, en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se usan para elaborar el tejate y el bu’pu; en la cuenca del Papaloapan y en Minatitlán, al sur de Veracruz, se emplean para confeccionar el popo; y en Tabasco se utiliza para preparar el pozol. Las flores que se venden en la región de los Valles Centrales de Oaxaca y, especialmente en el valle de Etla, provienen de San Andrés Huayapan.
Pasta de cacao
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Es la materia prima de todos los productos a base de cacao y de chocolate. Esta masa untuosa y amarga se obtiene mediante molienda —cuya técnica condiciona su finura y fluidez— de granos fermentados, seleccionados, lavados, pelados (no debe contener más de 5% de desperdicios aplastados) y tostados, pero con su materia grasa natural (de 45 a 60% según las variedades).
Manteca de cacao
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Materia grasa natural que se extrae de la pasta de cacao. Es inodora e incolora, y confiere al chocolate la fluidez que permite cubrir pasteles y productos de confitería. Es rica en ácidos grasos saturados.
Aerógrafo para chocolate
- Diccionario: Glosario digital de gastronomía
El aerógrafo para chocolate es un aparato que sirve para dispersar y rociar chocolate o manteca de cacao con colorantes liposolubles. Consiste en una manguera que suministra aire a presión, y un pequeño recipiente donde se coloca el chocolate o la manteca de cacao conectado a una boquilla. Su tamaño es pequeño y se adapta a la mano como un lápiz. En pastelería y chocolatería se utiliza para elaborar acabados con efecto aterciopelado.
Para cubrir una preparación con chocolate utilizando un aerógrafo, se recomienda hacer una mezcla de chocolate y manteca de cacao, con una proporción de 60/40, a fin de conseguir un líquido fluido. La mezcla se debe aplicar formando una capa fina en productos congelados o muy fríos, pues el choque térmico resultante es necesario para crear el efecto aterciopelado.
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