Diccionario gastronómico

Sardina

Pez pequeño (25 cm como máximo) de la familia de los clupeidos, parecido al arenque, con dorso azul verdoso y costados y abdomen plateados.

La sardina es un pescado de temporada, de primavera y de verano (en julio-agosto su carne es grasosa y de buen sabor).

Las sardinas frescas también se tratan en escabeche o en bulla­besa. Se pueden empanar o asar en cazuela, rellenar y cocer a horno, al plato o en papillot, e incluso tomarlas crudas, en terrina o marinadas.

Antes de prepararlas, se desescaman, se vacían y se secan, y luego se les corta la cabeza (salvo si se quiere asarlas a la parrilla, pues se rompen con menos facilidad). Cuando son frescas y pequeñas, simplemente se secan.

Las sardinas pueden ahumarse o salarse, pero sobre todo se someten a conserva en aceite y se enlatan.

Antaño, las sardinas se freían antes de enlatarse, pero hoy en día se rehogan, por lo cual son más digestivas. La mención “extra” o “primera categoría” significa que se han preparado frescas. Las sardinas en conserva pueden prepararse en aceite de oliva, en aceite vegetal, en aceite y limón, con jitomate o en un escabeche de vinagre, y se pueden encontrar incluso sin espinas. Las sardinas enlatadas pue­den almacenarse durante varios años, ya que mejoran con la edad, en un lugar fresco, pero nunca frío.

Las sardinas en conserva se sirven como entremés frío, con distintas verduras crudas o ensaladas. Permiten preparar asimismo ca­napés y toasts, bouchées y hojaldrados calientes o fríos, así como una mantequilla compuesta.

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