Sea en el campo de batalla, cuarteles improvisados, ranchos y haciendas intervenidas, o en las comunidades y ciudades al margen de la Revolución Mexicana, la mujer desempeñó un papel fundamental en la creación y elaboración de platillos que apaciguaron el hambre y otorgaron identidad gastronómica al pueblo de México.
En esta entrega de Larousse Cocina conocerás cómo se alimentaban las familias durante la Revolución Mexicana, así como la participación de las Adelitas en su carácter de soldaderas, enfermeras y cocineras en el movimiento armado que transformó la estructura social del país.
La alimentación de los revolucionarios
Los hacedores de la Revolución Mexicana estaban divididos en dos frentes: el Norte, con Pancho Villa; y el Sur, con Emiliano Zapata. En esta etapa surgieron la discada y los burritos, dos platillos norteños de gran prestigio en la actualidad. De igual manera, en las tropas del sur se ofrecían tacos de guisados, pues eran variados, sabrosos y fáciles de preparar y transportar.
Los burritos y la discada son dos platillos que surgieron durante la Revolución Mexicana. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
En ambos frentes, estas características, indispensables para el buen comer durante los traslados y descansos, provocaron el auge de la machaca en el norte, y la cecina y el tasajo en el sur. El maíz escaseaba, no siempre era posible contar con él. Algo muy distinto a la suntuosidad de los platillos franceses que Porfirio Díaz ofreció dos meses antes del estallido de la Revolución, en Palacio Nacional, en conmemoración del Centenario de la Independencia.
Cecina y tasajo, sabemos que los has probado y que te encantan. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
En el norte los revolucionarios a veces contaban, además de los elementos mencionados, con ingredientes típicos de la región, tales como el trigo para las tortillas de harina y los mariscos, En el centro y el sur se recurrió también a las ranas y los charales.
Si Adelita se fuera con otro, la seguiría por tierra y por mar…
Las Adelitas tenían a su cargo mucha responsabilidad en el campo de batalla: además de tomar las armas cuando era necesario, también curaban a los heridos, cargaban agua, metates y hasta piedras para los fogones. En éstos preparaban café de olla y guisos con quelites, verdolagas, nopales e insectos que encontraban a su paso, así como flores de calabaza, chiles, habas, lentejas y frijoles.
Eran agotadoras las jornadas de traslado durante la Revolución Mexicana, en la mayoría de los casos a pie, en burro o a caballo, y en ocasiones a bordo o por encima de los vagones de los trenes tomados por la causa. Los Juanes (revolucionarios) requerían hidratarse y alimentarse para conservar el ímpetu y la energía necesarios para combatir.
Ante la escasez, los guisos con quelites como las verdolagas se volvieron parte fundamental de la dieta revolucionaria. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
Entonces las Adelitas preparaban con los ingredientes disponibles las bebidas y antojitos reparadores. Cuando había maíz, elaboraban el nixtamal y cocinaban atoles, gorditas y varios tipos de garnachas que acompañaban con salsas como la de tomatillo y jumiles, la favorita de Zapata. Hacían quesadillas sin queso, pero con sabrosos rellenos de frijoles y quelites.
Sabores revolucionarios en la ciudad
En su libro Cocina mexicana o Historia gastronómica de la Ciudad de México, Salvador Novo afirma que durante la Revolución Mexicana, y aun después de ésta, el principal alimento de la gente pobre y los indígenas eran el maíz, el frijol y el chile. La clase media añadía a estos alimentos el español caldo, la sopa aguada, arroz a la mexicana, algún guiso hecho con la carne que ya había rendido su sustancia en el caldo y los imprescindibles frijoles, los “completadores”.
Portada del libro Cocina mexicana de Salvador Novo. Fuente: Gobierno de México.
El pulque era consumido por todas las clases sociales. Los ricos, también empobrecidos, consumían los alimentos mencionados, pero con más estilo y algunos ingredientes de añadidura: cuitlacoche, hongos, totopos, queso añejo “de la hacienda”... Poco después llegaron la cerveza y el sándwich gringo y resurgieron las cafeterías, los bares y restaurantes con influencia francesa que desde antes ya gozaban de la predilección de los pudientes.
El 20 de noviembre conmemoramos el inicio de la Revolución Mexicana. Es una excelente ocasión para valorar la lucha por la igualdad y transportarnos al pasado a través de los sabores revolucionarios.
Por: Will Rodríguez
Fuentes consultada:
Animal Gourmet, “La Revolución mexicana en los fogones: ¿Qué comían los revolucionarios?”, Paloma García Castillejos. (22/10/22)
El Conocedor, “Bigotes, frijoles y tequila en la Revolución Mexicana”, El Conocedor. (21/10/22/
Cultura Colectiva, “Esto es lo que se comía durante la Revolución Mexicana”, Anylú Ayala. (22/10/22)
Gourmet de México, “Las Adelitas, las mujeres que alimentaron a los soldados en la Revolución”. (22/10/22)
La Hortaliza, “¿Sabes cuál era la comida de la Revolución Mexicana?”, La Hortaliza. (21/10/22)
México Food and Travel, “¿Qué se comía en la Revolución Mexicana?”, Food and Travel. (21/10/22)