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Ratafía
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Licor elaborado con aguardiente endulzado en el que se maceran plantas o frutas: angélica, grosella negra, cereza, membrillo, frambuesa, nueces, huesos de cereza, naranja, etc. Suele ser de preparación doméstica.
Actualmente este vocablo designa habitualmente unas bebidas con alrededor de 18% Vol., producidas en ciertas regiones francesas, con pequeñas diferencias en la elaboración entre una y otra. Algunas formas de la ratafía han adquirido carta de nobleza, como el pineau de Charente, elaborado con coñac; el floc de Gascuña, con armañac; el marc de Champagne, con marc de champagne, y el marc de Borgoña, con marc de Borgoña.
En Cataluña también destaca la ratafía, elaborada por maceración hidroalcohólica de nueces verdes, con una graduación alcohólica situada entre 23 y 29% Vol.
La ratafía se toma fría, bien como aperitivo, bien para acompañar un entrante (melón o foie gras), un queso de pasta azul o un postre (con frutos rojos o chocolate).
Alcoholes y destilados
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Producto de la destilación de sustancias azucaradas después de su fermentación. En la Edad Media, el alcohol se consideraba un elixir de larga vida (y de ahí su nombre, en algunas lenguas, de “agua de vida”) y se reservaba a usos terapéuticos. Hacia finales del siglo XV se convirtió en “alcohol de boca”, y se le asociaron entonces todo tipo de plantas para aromatizarlo y darle sabor. Finalmente, la invención de la rectificación (redestilación que elimina el sabor de alcohol bruto y lo hace más puro, más fuerte, apto para adquirir bouquet y finura) lo convirtió en un producto de consumo común.
El índice de alcohol de una bebida se ha medido durante mucho tiempo en grados. La presencia de alcohol se expresa según la proporción de volumen de líquido, es decir, % Vol. El alcohol es calórico (7 kcal o 29 kJ por gramo), pues encierra azúcares asimilables. Pasa a ser tóxico cuando su índice supera los 0,50 g por litro de sangre. Se aconseja rotundamente evitar su consumo a las mujeres embarazadas y está prohibido a niños y adolescentes.
Los alcoholes llamados “etílicos” son los únicos aptos para el consumo, obtenidos por fermentación, por la acción de levaduras, de elementos muy diversos. Cuando la materia prima es noble, la bebida no se rectifica y se elabora un aguardiente.
Las frutas (uva, pera, manzana, frutos con hueso, bayas, etc.) proporcionan, además del vino, la sidra de manzana y la de pera, la gama de orujos, aguardientes (armañac, calvados, coñac) y alcoholes blancos (frambuesa, kirsch, ciruela).
Los cereales y semillas (arroz, cebada, trigo, centeno, maíz, etc.) también se emplean mucho (ginebra, whisky, vodka, etc.), así como tubérculos (esencialmente la papa y el betabel) y plantas (palma, mijo, caña de azúcar, agave) con las que se obtiene ron, tequila y varias bebidas alcohólicas de ámbito local.
El alcohol posee propiedades antisépticas, útiles para las conservas de frutas.
En cocina y en pastelería se emplean aguardientes en los helados, sorbetes y suflés, pero también para varias operaciones culinarias: para desglasar, flamear, embeber, adobar.
Zarzamora o mora
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Fruto de una zarza silvestre, de la familia de las rosáceas. Cuando llega a su madurez es de un rojo, casi negro y una textura bastante firme. Es poco energética (37 kcal o 155 kJ por cada 100 g), pero rica en vitaminas B y C. Con ella se elaboran mermeladas, confituras, postres, helados, jaleas, licores, ratafía, jarabe y tartas. También se utiliza en confitería.
Hueso de fruta o semilla de fruta
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Parte central leñosa de ciertos frutos carnosos, que encierra una almendra. La infusión de las almendras de ciertos huesos sirve para preparar licores, aguardientes y ratafías.