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Oleaginosas
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Nombre genérico de las frutas, semillas y plantas ricas en materia grasa (de 40 a 60%) y proteínas vegetales: almendras, cacahuates, avellanas, nueces, aceitunas, pistaches, semillas de cártamo, canola, amapola, ajonjolí, soya, girasol, etc. Además de su papel de materia prima para la producción de aceites, las oleaginosas desempeñan un papel importante en cocina y en gastronomía. Algunas se sirven crudas, tostadas o saladas con el aperitivo, e intervienen en la cocina en adobos, salsas o moles, en ensaladas de frutas, compotas, pasteles, etc. Como todos los cuerpos grasos, las oleaginosas, que casan bien con las verduras, son un elemento básico en los regímenes vegetarianos.
Girasol
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Planta de tallo erguido de hasta 2 metros de altura de la familia de las asteráceas, que termina en una gran flor con forma de margarita, que puede medir hasta 30 cm de diámetro. La flor desarrolla en el centro unas semillas oleaginosas de forma aplanada, color negro lustroso, grisáceas y blanco amarillento con rayas blancas longitudinales. Cada semilla pelada mide 10 × 5 mm aproximadamente y es comestible. Su nombre se debe a que la flor se mueve siguiendo la luz del sol. Es originaria del sur de Estados Unidos y el norte del país. En la época prehispánica fue cultivada por sus semillas, y hoy en día se produce principalmente en el norte del país. Las semillas se tuestan, se salan y se comen como botana. También se utilizan para elaborar algunas recetas como el atole de semillas de girasol o el atole de maíz de teja. Su mayor importancia radica en el aceite extraído de las semillas, que en México es muy utilizado para freír.
Lípidos
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Nombre científico de las grasas compuestas por ácidos grasos y fuente importante de la energía proporcionada por la alimentación (1 g de lípidos aporta 9 kcal o 39 kJ). Un 95% de los lípidos presentes en el cuerpo, como los que proporcionan los alimentos, son triglicéridos (combinación de una molécula de glicerol con tres ácidos grasos) y fosfolípidos. Nuestro cerebro contiene entre 50 y 70% de lípidos. Los lípidos alimentarios son o bien saturados (obtenidos de grasas animales, a excepción del pescado) o bien insaturados (extraídos de grasas de pescados o de vegetales, como el aguacate y las semillas oleaginosas). El consumo de los primeros debe limitarse, ya que su exceso puede ser responsable de enfermedades cardiovasculares; los segundos deben priorizarse, ya que tienen un efecto beneficioso para la inmunidad, la protección cardiovascular y contra el cáncer. Algunos lípidos aportan ácidos grasos esenciales, los omega-3 y omega-6.
Los lípidos aportados por la alimentación son o bien los cuerpos grasos añadidos utilizados en cocina o para aliñar, como el aceite, la mantequilla y la crema, o bien las grasas de constitución de los alimentos (embutidos, queso, chocolate, carnes grasas, frutas oleaginosas, etc.). Éstas son grasas llamadas “ocultas”, ya que forman parte de los alimentos o son añadidas durante la elaboración de los productos, tanto industriales como artesanales (bizcochos, salchichas, etc.). Es aconsejable equilibrar los cuerpos grasos entre la mantequilla por un lado y el aceite y la margarina por el otro (para conseguir un buen equilibrio entre las grasas monoinsaturadas, poliinsaturadas y saturadas), moderar el consumo de alimentos que sean ricos en grasa en su constitución (escoger las partes menos grasas y quitar la grasa de la carne) y limitar las grasas añadidas. Es recomendable que la ración energética, proveniente de lípidos, se sitúe entre 30 y 35% de la ingesta diaria.