Una carreta de mariscos es un “puesto” ambulante donde te platican cara a cara mientras preparan los platillos con productos originados de la pesca del día, principalmente mariscos, camarones, pescados y bivalvos preparados en cocteles, ceviches y por supuesto la joya de la corona sinaloense: aguachiles.
¿Qué es un aguachile?
Es una preparación típica de las costas de Sinaloa que puedes encontrar en todas las carretas de mariscos y que se acostumbra acompañar de cerveza o tequila. Todo debe ser fresco, sin congelar. El limón debe exprimirse al momento y evitar que los mariscos se marinen por mucho tiempo en su jugo.
En su preparación se usa el chile verde, serrano o chiltepín, que debe molerse ipso facto con un poco de agua o salmuera.
Aguachile de camarón keto. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
Las mejores carretas de mariscos de Culiacán
Carreta de mariscos “Don Quintín”
Esta carreta de mariscos inició hace aproximadamente 48 años en las calles de Culiacán, cuando el abuelo de Erick —que lleva el negocio junto con su tío— dejó su trabajo de comerciante en el campo para incursionar en el negocio de las carretas.
En un día promedio venden entre 200 y 300 platos, un equivalente aproximado de 40 kilogramos de mariscos. Lo más pedido es el aguachile con camarón crudo o cocido, con pulpo, callo de hacha o pata de mula.
Carreta de mariscos de Don Quintin. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
Anteriormente, esta carreta de mariscos estaba abierta hasta las 2 de la mañana, un horario fuera de lo convencional para los negocios de este tipo. Sin embargo, debido a las restricciones aplicadas por la pandemia COVID, tuvieron que reducir el tiempo de apertura, lo que no disminuye del todo su clientela habitual nocturna.
Kevin nos dice: “La gente nos busca mucho por las noches. Nosotros cerramos a las 10 y la gente llega a esa hora y come”.
El sabor es único, hay quien los considera los mejores aguachiles de Culiacán por la salsa que preparan, que, aunque no es secreta lleva el toque característico de quien la prepare, entre Kevin y su tío.
Carreta de mariscos Puyi
Esta carreta de mariscos guarda un secreto a voces, en El Puyi este secreto se llama “déjate querer”. Una comida completa que consta de 12 tiempos diferentes hechos a partir de la pesca del día y que se conforma de aguachiles, ceviches y cocteles de camarón, pulpo, pescado, ostión y callo de hacha.
Carreta de Mariscos Puyi. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
Además, en esta carreta de mariscos la atención es totalmente personalizada y hace que te sientas en casa, como si te conocieran de siempre, lo que convierte la frase “dejarse querer” en toda una experiencia gastronómica reconfortante.
Carreta de mariscos “Don Jacobo”
Jacobo Quintero inició su negocio en 1976 y lo hizo sin ser pescador o cocinero, animado por uno de sus mejores amigos y su esposa. Se aventuró a vender por primera vez mariscos en las calles de Culiacán.
“El primer día que yo vengo con la carreta empujándola, que se me quiebran las llantas. Tiré todo, quebré toda la loza; se me tiró todo el producto. No pude juntar nada más que las almejas. Había vendido una orden.”, recuerda don Jacobo.
Hoy atiende personalmente su negocio ya establecido en un local junto con su esposa e hijas. Cuenta, además, con una clientela fiel a sus platillos, dispuesta a esperar en temperaturas de hasta 40 °C por una mesa libre, tomarse una ballena (caguama) y alguno de sus platillos más populares.
Mariscos Don Jacobo. Fuente: Archivo fotográfico de Larousse Cocina.
Por ejemplo, el callo de róbalo. El callo forma parte de la zona dorsal de este pescado blanco; se sirve crudo y se le exprime jugo de limón, se colocan tiras de cebolla morada y un poco de sal.
Otro platillo muy pedido en la carreta de don Jacobo es el filete de mero en aceite de trufa. Su textura firme se deshace en la boca que, al momento de probarlo, posee eun sabor ligeramente yodado y aroma leve a trufa y mantequilla.
Negocios familiares con inicios similares
Una particularidad que tienen estas carretas de mariscos entre sí es que, además de ser negocios familiares, su historia comenzó sin que ninguno de sus dueños fuera cocinero profesional. Es decir, iniciaron sólo con la intención de vender mariscos frescos a la población de Culiacán.
En cualquiera de estos tres lugares te recibirán con toda la calidez que caracteriza a los habitantes de Culiacán, además de probar aguachiles como en ninguna otra parte de la república; sentirse satisfecho nunca había tenido tanto sentido.
Por Carlos Federico Álvarez