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Pan de dulce
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Término que designa una gran variedad de panes cuya masa se elabora con azúcar o algún otro agente edulcorante. Es notoria la cantidad de nombres y formas que puede recibir el pan, así como la variedad de masas con que se fabrica. La masa de bizcocho, también conocida como apastelada, se elabora mezclando harina, azúcar, sal, agua, grasa y levadura; la masa se extiende y se dobla tres veces. Se utiliza para hacer bizcochos como cojines, almohadas, ojos de buey, plumas, campechanas, palomas, donas, orejas, tacos, roscas, corbatas, mariposas, mordidas, novias, nueces y rebanadas de chocolate, entre otros.
La masa de panqué se prepara con harina, mantequilla o margarina, huevo y azúcar; por lo regular se utiliza batidora ya que la mezcla debe quedar homogénea y esponjada. La característica de los panes confeccionados con esta masa es que son suaves y esponjosos; con frecuencia su color es amarillo y poseen un pronunciado sabor a vainilla. Con esta masa se preparan almejas, adelaidas, besos, volcanes, pellizcadas, garibaldis, nidos y ratones.
La masa royal debe su nombre a la marca comercial de este polvo para hornear; ésta contiene, además del polvo para hornear, harina de trigo, grasa, azúcar, agua o leche y a veces huevos. Con ella se producen alcatraces, barritas, bolas, camarones, polvorones, espejos, cocoles, huaraches, chivitos, cuernos, puros y trenzas. La masa paloteada se elabora con harina, agua, sal, cremor tártaro, levadura y manteca vegetal o mantequilla. Se trabaja de la misma forma que el hojaldre y con ella se elaboran banderillas, corbatas, barquillos, almohadas, regañadas, condes, madrileñas, tornillos y otros panes.
La masa feité u hojaldre se transforma en corbatas, empanadas, barquillos de chantilly, condes, coronas de mantequilla, cuernos de nuez, duques de coco, empanadas, madrileñas, mariposas, moños, plumas, puros de nuez, rieles, rollos, rosas, tartaletas, tornillos, triángulos, trenzas de coco, gusanos y muchos otros panes.
Manto
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Nombre que se aplica a varias especies herbáceas trepadoras del género Ipomea, cuyo tallo es voluble y sus hojas anchas, ovadas y cordadas; las flores monopétalas son de varios colores: morado, blanco, rojo y azul. Las variedades más comunes son: Ipomoea indica, Ipomoea purpurea e Ipomoea volacea. El nombre de manto proviene del hecho que la planta puede cubrir parcialmente el tallo de un árbol, una parte de éste o una sección de tierra. En Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, se cocina el manto en caldo, una sopa sencilla de mantos cocidos en agua con sal caliza. Se sirve tibia acompañada con tortillas.
Fruta de horno
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Galleta de harina de maíz o pinole, manteca de cerdo y piloncillo o azúcar que se hornea. Según la región puede tener forma redonda, ovalada, de rosca o de letra “S”, entre otras. Se llaman así porque tradicionalmente se dice que son un fruto o regalo que sale del horno. Estas galletas pueden encontrarse en Aguascalientes, Colima, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Querétaro, San Luis Potosí, Veracruz y Zacatecas. Suelen acompañarse con café de olla en la merienda, y se venden casi siempre en las ferias populares.
En el Estado de México se preparan con harina de trigo, maíz tostado, piloncillo y manteca de cerdo; su forma es redonda, ovalada o de moño sencillo. Son famosas en las dulcerías de Toluca, donde se venden en cajitas de cartón blanco. En Oaxaca son panecitos de harina de trigo en forma de estrellas, hojitas, gusanitos, polvorones, patitos o flores, que se acostumbran en ocasiones especiales como bautizos o comidas solemnes. En el norte de Veracruz se preparan de diversas formas, entre ellas flores, chiles, corazones y memelas. Conocidos en Oaxaca como refresquitos.
Guie xoba
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Flor blanca de la familia de las boragináceas, monopétala, de 3 a 4 cm de diámetro, con cinco lóbulos. El árbol que la produce alcanza hasta 25 metros de altura. Se encuentra en Tehuantepec, Oaxaca; Michoacán, Chiapas y Tabasco. En el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se combina con el flor de mayo para hacer la espuma del chocolate-atole.
Chango
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Flor blanca de la familia de las boragináceas, monopétala, de 3 a 4 cm de diámetro, con cinco lóbulos. El árbol que la produce alcanza hasta 25 metros de altura. Se encuentra en Tehuantepec, Oaxaca; Michoacán, Chiapas y Tabasco. En el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se combina con el flor de mayo para hacer la espuma del chocolate-atole.
Carne de chango
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Platillo de carne ahumada de cerdo marinada en ajo, jugo de naranja y achiote. Para el ahumado se emplean ramas del árbol de guayaba, a las que se añaden trocitos de piloncillo para que humeen más. La carne debe quedar a unos 80 cm de distancia del fuego y voltearse constantemente; este proceso dura aproximadamente tres horas. Después se acostumbra comer frita, acompañada con pellizcadas y chile pastor. Este platillo tradicional de Catemaco, Veracruz, solía prepararse con carne de mono, animal del cual existió una gran población en esa región. Actualmente se hace exclusivamente con carne de cerdo. En otra versión, la carne de cerdo se corta en tiras que no se separan totalmente para que la carne quede alargada; ésta se sala y se seca al sol.
Xia-xiu
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Planta herbácea pequeña de la familia de las convolvuláceas, de hojas alternas, elípticas de 2 cm. Sus flores son azules, monopétalas, de 6 mm. Se consume como cualquier quelite en Durango, Nuevo León, Jalisco, Yucatán y el Valle de México. Los paipais utilizan su fruto, que es una uva blanca, para preparar agua. Conocido también como ojo de víbora.
Ciguamonte, ciguamut o cihuamonte
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Guiso que cambia de nombre según la región donde lo preparan. Tradicionalmente se ha elaborado en comunidades indígenas con carne de animales monteses o silvestres como venado, jabalí, mono o tlacuache; sin embargo, debido a la escasez de estas especies o a la prohibición de su consumo, se elabora con más frecuencia con chivo, res o conejo. El procedimiento es muy similar en todos los casos: primero se asan las carnes y luego se guisan con condimentos.
Es un platillo típico de Chiapas. En Jiquipilas, el ciguamonte suele cocinarse con carne de venado o res, con jitomate, chile guajillo, cebolla, hierba santa, ajo y epazote. En San Cristóbal de las Casas, el ciguamut, como también se le conoce, suele prepararse con ijar, jitomate, ajo, cebolla, achiote, epazote, chile Simojovel, papas y zanahorias, entre otras verduras. Una variedad llamada postoma se espesa con masa batida. En varios lugares la carne se cocina con jitomates y mucho epazote. En algunos casos, este guiso se puede parecer al chocolomo de Yucatán.
Cacao
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Árbol de la familia de las esterculiáceas de cuyo fruto se obtienen los granos con los que se produce el chocolate. Del náhuatl cacahuatl, y éste del maya kakaw, fruto rojo y fuerte. El fruto se denomina mazorca de cacao y puede medir hasta 30 cm de largo y unos 10 de grueso; tiene forma ovoide y su cáscara posee surcos y costillas longitudinales y rugosas color verde claro, amarillo, rojo o moreno rojizo, de ahí su nombre: “fruto rojo y fuerte”; esto último probablemente se debía a que su consumo fortalecía.
A diferencia de otros frutos, éste se desarrolla en el tronco y las ramas principales del árbol. Cuando la mazorca se ha desarrollado totalmente, se corta y se abre para sacar las semillas frescas. Su origen se remonta unos 4 000 años en la América tropical y subtropical. Theobroma angustifolia DC, o cacao de Soconusco, es una especie que se cultiva especialmente en Tabasco, Chiapas y Oaxaca para la elaboración del chocolate-atole.
Sus granos son de buena calidad y su uso es local y muy reducido. De la mazorca se utilizan los granos y la pulpa blanca que los recubre. Esta capa algodonosa, húmeda y suave, cuyo sabor agridulce recuerda al de la guanábana, se aprovecha para preparar una bebida local llamada cacahuada e igualmente se aprovecha en la fermentación de las semillas. Los granos se destinan a la elaboración de tabletas o barras de chocolate, a la bebida del mismo nombre y al pozol, para lo cual es necesaria la fermentación de los granos. Los granos frescos, con todo y su pulpa blanca, se colocan en tinas de madera a temperatura tropical ambiente, iniciando así el proceso de fermentación que toma unos siete días, siempre y cuando se trasieguen las semillas para no interrumpir la fermentación. Después se seleccionan por tamaño, se lavan, se secan al sol y se torrefactan, esto es, se tuestan al fuego.
En muchas poblaciones se produce el chocolate de metate para hacer la bebida con agua o leche, y en otras se sigue utilizando el grano para hacer el popo, el pozol y el pulunche, entre otras bebidas. En el zócalo de Zacatenco, Tlaxcala, se vende una bebida fría y espumosa llamada cacao, hecha con haba seca, maíz y cacao tostados y molidos con canela y anís, desleídos en agua y endulzados con piloncillo. Las culturas que se establecieron en las cuencas del Amazonas y el Orinoco, en las selvas de Colombia y Panamá, ya conocían el fruto, del cual chupaban únicamente la capa blanca para luego tirar la almendra, que era devorada por aves, venados y ardillas.
Los primeros registros de la domesticación y utilización de la semilla procesada para consumo indican que los responsables fueron los mayas, quienes hace unos 2 000 años lo utilizaron como alimento y moneda, por lo que era un símbolo de poder y riqueza. Ellos fueron los primeros en tostar el grano y quienes desarrollaron la técnica de molerlo para obtener un polvo que después batían fuertemente con un molinillo. Este conocimiento lo adquirieron los mexicas, quienes también le tuvieron gran estima, al grado de exigir cacao como impuesto a los pueblos que dominaban.
Normalmente lo secaban, tostaban y molían cuatro o cinco veces, le agregaban agua y formaban una pasta que al reposar adquiría mejor sabor y consistencia; luego, la guardaban por seis o más días, para después preparar el chocolate. Su consumo fue exclusivo de las clases privilegiadas, pues el grano tenía un valor muy elevado como moneda. El cacao fue tan importante en la época prehispánica, que en diferentes culturas mesoamericanas existieron varios mitos y cultos divinos relacionados con él. Siempre fue una bebida ritual y no una golosina.
Fue de los pocos frutos que, por sus virtudes y sabor, fueron bien acogidos por los conquistadores y evangelizadores españoles, quienes hablaron de éste con aprecio, lo que no sucedió con otros productos americanos, muchos de los cuales incluso perdieron pronto su nombre original. En el México prehispánico existió una clasificación del cacao por su tamaño.
Francisco Hernández reporta cinco variedades, las cuatro principales eran: cuauhcacahuatl, mecacacahuatl, xochicacahuatl y tlalcacahuatl; y aunque en la actualidad estas variedades no han podido ser identificadas con exactitud, se sabe que el tlalcacahuatl, llamado cacao de la tierra o cacao humilde, se utilizó más como alimento y los otros tres como moneda. La quinta variedad, cuauhapetlachtli, considerada la menor, se daba como limosna a los pobres. Fray Bernardino de Sahagún también reportó la utilización del cacao en distintas bebidas. Algunas de estas preparaciones prehispánicas se siguen encontrando en algunas comunidades indígenas.
Después de la Conquista, los españoles adoptaron y difundieron en sus nuevos territorios el valor del cacao como alimento y, sobre todo, como moneda. Los indígenas continuaron tributando con cacao a las autoridades virreinales, quienes más tarde también tuvieron que pagarlo a la corona española. En esa época algunos religiosos auspiciaron su explotación y comercialización para costear su tarea evangelizadora y sustentar sus misiones y obras de caridad, esforzándose por ampliar estas plantaciones y mantenerlas en óptimas condiciones, ya que al beneficiar el cultivo se enriquecían.
El cacao dejó de ser moneda circulante hasta 1536, fecha en que se estableció la primera casa de moneda de América bajo el virrey Antonio de Mendoza, aunque después se regresó al viejo sistema y se utilizó como moneda en algunas partes del país todavía hasta 1850. Durante más de un siglo, las técnicas de cultivo estuvieron ocultas por los españoles: sólo ellos podían realizar nuevos plantíos, por lo que su comercio estuvo monopolizado. Las plantaciones, originadas en México, se extendieron a Venezuela, Ecuador, Brasil, Haití, Trinidad, Guatemala y El Salvador.
Con el arribo de la leche y el azúcar de caña al Nuevo Mundo, la bebida prehispánica empezó a transformarse cada vez más: ahora se servía caliente y no fría, dulce y no amarga, hasta llegar a convertirse en lo que hoy conocemos como chocolate. Entonces cautivó el paladar europeo y provocó un incremento en la demanda del grano, que se volvió extremadamente codiciado, lo que propició que, tras el debilitamiento del imperio español, los piratas ingleses y holandeses traficaran con él.
Al capturar naves provenientes de Venezuela y Ecuador, los piratas rompieron el monopolio español del cacao, a tal grado que, a mediados del siglo XVIII, los españoles lo tuvieron que adquirir en Amsterdam; ese fue el inicio de la tradición chocolatera en Holanda. En 1882, el holandés Van Huten inventó una máquina que, además de moler el grano, lo presionaba para obtener manteca de cacao y un polvo que se denominó cocoa. En 1902, Rudolph Lindt creó el chocolate en tableta, basándose en la costumbre maya de moler y batir el cacao lo más posible para extraerle su mejor sabor.
El cacao posee también propiedades medicinales: estimula el sistema nervioso central y tiene más efecto sobre el corazón que la cafeína. En comunidades rurales se utiliza como remedio para la angina de pecho, el sarampión, quemaduras, resequedad de la piel y mordeduras de víbora. En todo el país tiene un gran valor alimenticio, farmacéutico, industrial y económico.
Bonito, a
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Pez de la familia de los atunes (scómbridos), del cual existen diversas variedades que se consumen en México. Además de las especies a continuación descritas, con este nombre se les conoce a las variedades Auxis rochei, Auxis thazard, Sarda orientalis y Sarda sarda.
Alamar
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Pan de dulce que se acostumbra en el centro del país, en forma de moño sencillo, de consistencia crujiente y decorado con granos gruesos de azúcar. El nombre deriva del árabe al-amar, que significa lazo trenzado. En el siglo pasado este panecillo se acostumbraba mucho en la merienda, pero hoy es casi desconocido, aunque en Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta, en el Distrito Federal, aún se le puede encontrar decorado con azúcar roja para el día de Muertos. También existen alamares decorados con piedritas de azúcar blanca.
Acocote
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Planta rastrera de la familia de las cucurbitáceas, de hojas ovado-acorazadas, reniformes o anguladas y flores monopétalas. Su fruto es de formas variadas y se utiliza como vasija. El acocote se hace a partir de una calabaza o guaje alargado que mide hasta un metro de largo; se agujera por ambos extremos y, una vez vaciadas la pulpa y las semillas, se deja secar para convertirse en el instrumento que utiliza el tlachiquero para extraer por succión el aguamiel del centro del maguey. Esta palabra proviene del náhuatl acocotl, de acocui, levantar, y de octli, vino o pulque, esto es, «el que levanta el vino»; otro posible origen deriva de los vocablos atl, agua y cocotli, gaznate o esófago, es decir, «el que contiene el agua».