Todos hemos requerido ser hospitalizados por lo menos una vez en la vida, o bien conocemos a alguien cercano que lo ha estado. Uno de los aspectos más reprendidos de la convalecencia suele ser la comida.
El hecho de que la comida de los hospitales sea tan poco apetecible nos pone a pensar si se trata de un descuido en su elaboración, de no prestarle importancia al sabor de los alimentos que se preparan o de plano una falta de empatía hacia las personas hospitalizadas. La verdad es que no se trata de ninguno de estos casos, sino de un concepto de nutrición hospitalaria.
¿Quién cocina en los hospitales?
La elaboración de la comida de los hospitales suele estar a cargo de un área especializada, presente en cada hospital, aunque también puede tratarse de un servicio subrogado, es decir, a cargo de una compañía externa que recibe instrucciones sobre el tipo y la cantidad de raciones que se deben preparar.
En ambos casos, es una gran cocina que funciona casi todo el día, pues además del desayuno, la comida principal y la cena, debe proveer alimentos específicos, en varios horarios, según las necesidades de cada hospitalizado. El personal responsable de diseñar y preparar la comida está capacitado para desarrollar su trabajo bajo estrictas normas de calidad, nutrición e higiene.
Tipos de comida en los hospitales
Los menús de los hospitales están basados en la disponibilidad de recursos alimentarios de cada ciudad o municipio y, por supuesto, en la infraestructura administrativa de cada nosocomio. A grandes rasgos, son dos tipos de menús que ofrecen los hospitales: la dieta basal y la dieta terapéutica.
La dieta basal, también conocida como dieta normal, dieta libre o dieta cero, está destinada a pacientes que no requieren una alimentación específica, por lo que no conlleva restricciones y puede estar constituida por guisos o preparaciones comunes en la región. Sin embargo, debe contener muy poca sal, ser ligera y no exceder las 2700 calorías, ya que es para personas en reposo.
La dieta terapéutica consiste en un menú específico, basado en las necesidades de los enfermos y sumamente relacionada con su proceso de recuperación. Este tipo de dieta se subdivide a su vez en varios tipos, como son la dieta blanda, la dieta baja en azúcares, la dieta hiposódica, la dieta astringente y la dieta hipercalórica.
Personas que han tenido intervenciones quirúrgicas delicadas o que padecen de diabetes o hipertensión, por ejemplo, son a quienes se les suministra este tipo de dieta hospitalaria. No obstante, de acuerdo con las posibilidades de cada hospital, se procura que los pacientes, aun con sus restricciones alimentarias, tengan acceso a menús variados y hasta cierto punto apetecibles.
Una dieta saludable
En síntesis, la comida de los hospitales no es mala; simplemente sabe distinto a la que podemos comer en casa o en el restaurante. Al tratarse de alimentos destinados a personas convalecientes, tiene que ser elaborada con poca o nula sal, no contener elementos fritos, azúcares añadidos, harinas refinadas, saborizantes artificiales ni conservadores.
¿Será que para llevar una dieta saludable y mantenernos sanos debemos comer como en los hospitales? Tal vez sea una propuesta exagerada o poco viable, pero vale la pena analizar lo que comemos, así como valorar el esfuerzo de los cocineros hospitalarios.
Y tú, ¿qué experiencia has tenido con la comida de los hospitales? Activa la sección de comentarios.
Por Will Rodríguez