Reutiliza tu basura orgánica y elabora tu propio fertilizante

En México, según datos publicados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, por sus siglas INEGI, en 2015 se generaron 53.1 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos, que se traduce a un promedio de 1.2 kilogramos de basura diaria por habitante.

Del total de basura producida,  el 52.4% corresponde a restos de comida, jardinería o materiales orgánicos que se manejan de forma indebida, lo que representa un alto riesgo sanitario en los basureros de todo el país. Como éstos no se separan adecuadamente, ni se aprovechan de ninguna forma, pasan a ser basura junto con todo lo que ahí yace.

Basura orgánica para hacer composta

Una manera de contribuir al medio ambiente, captando gran parte del desecho orgánico casero, y de aprovechar mejor la merma, es a través de la transformación de desperdicios orgánicos de tu cocina en composta. Ésta es un tipo de abono que está constituido por residuos orgánicos, mismos que, colocados de forma específica en un contenedor, atraviesan un proceso biológico de degradación.

Actualmente existen distintos procesos para elaborarla, pero todos comparten el mismo objetivo: proveer de recursos y condiciones favorables a los hongos y bacterias que, de forma natural, se encargan de descomponer los materiales orgánicos como parte de su ciclo de vida. El resultado de la descomposición se traduce en un fertilizante natural que la tierra y las plantas pueden absorber fácilmente. Además, no genera olores desagradables, ni pestes, si se le dan buenos cuidados y si se rota seguido la composición de esta.

Si estás siguiendo nuestra Guía para comenzar un huerto urbano, usa esta mezcla cuando vayas a rotar cultivos, verás que la tierra dará sus mejores frutos.

¿Cómo hacer mi propia composta?

En el mercado hay distintos diseños de composteros que se adaptan a las necesidades de cada hogar, y la gran mayoría de éstos, consisten en seguir el mismo orden:

  1. Colocar al fondo una primera de hojas y tallos secos, virutas de madera (libres de resinas o pegamentos) o periódico cortado en tiras (capa seca).
  2. Distribuir los desperdicios orgánicos (capa húmeda) que se producen en casa.
  3. Disponer otra capa de material seco.
  4. Cubrir con tierra, la cual aporta microorganismos que serán los encargados de la descomposición.
  5. Añadir alrededor de 500 mililitros de agua para que todas las capas tengan humedad que propicie un ambiente correcto para los hongos y bacterias.
  6. Agrega los desechos que se generen día a día, alternando capas húmedas y secas conforme sea necesario.

No todos los desechos son aptos para composta. Utiliza sólo frutas, verduras, cáscaras, semillas, residuos y filtros de café. Además, productos resultantes de la poda, bolsas de té, cascarones de huevo, pan, plumas, pelusas, hilos de algodón, sobras de comida y cartón o papel sin tintas. A tu composta no debes agregar carnes, pescados, huesos, sangre, lácteos o comida industrializada, ya que la descomposición de estos elementos tiene un proceso diferente, además de que puede expedir olores desagradables.

Es importante tomar en cuenta que entre más pequeños sean los residuos, más rápida será su degradación por lo que se recomienda cortarlos o triturarlos antes de añadirlos; también se debe cuidar que siempre haya humedad y que la composta se encuentre bien ventilada.

Para el segundo mes después de iniciar la composta, se puede comenzar a utilizar el producto como fertilizante, mezclado con la tierra de macetas o jardines.

¡Suma ésta y otras medidas al cuidado del medio ambiente!

Por Kimberly F. Zequera

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