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Avellana
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Fruto del avellano, arbusto de la familia de las betuláceas que crece en las regiones templadas de Europa, cuya cáscara dura encierra una semilla ovoidal o redondeada de sabor delicado. Existen varias especies, las más conocidas proceden de Piamonte y de Sicilia, Italia.
La avellana seca, muy energética (400 kcal o 1,670 kJ por cada 100 g), rica en lípidos (40%), aporta mucha vitamina E (20 mg por cada 100 g), fósforo (200 mg por cada 100 g), potasio (350 mg por cada 100 g), calcio (45 mg por cada 100 g) y vitamina PP (1,5 mg por cada 100 g).
Se utilizan enteras, ralladas o molidas. Se sirven saladas, a veces tostadas, como aperitivo, e intervienen también en la cocina (rellenos, terrinas, para acompañar el pollo o el pescado meunière, como las almendras). Con ellas también se realiza una mantequilla compuesta. No obstante, los empleos principales de la avellana son la pastelería, la confitería (nougat) y la chocolatería.
Finalmente, de las avellanas se extrae un aceite muy fino, utilizado frío como condimento y no debe calentarse.
Apio
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Hortaliza de la familia de las umbelíferas, de la que se emplean los tallos, las hojas, la raíz y las semillas. Procede, por selección, de la especie Apium graveolens, y sus semillas son un auténtico aromatizante. Se distinguen dos tipos de apio: el apio en rama, en el que se han desarrollado los peciolos, y el apionabo, en el que se ha hipertrofiado la raíz. El apio, cuyas hojas de tallos finos y huecos son muy tiernas, se utiliza para aromatizar. Es poco calórico, rico en minerales (calcio, potasio), en fibras y en vitamina C.
La sal de apio, mezcla de semillas molidas y de sal fina, sirve sobre todo para aromatizar el jugo de tomate, las cremas de verduras, los fondos o caldos y las salsas de ensalada. También se utiliza en los regímenes sin sal.
Apionabo
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Variedad de apio cultivado por su raíz de carne más o menos blanca que, cuando está madura, pesa de 800 g a 2 kg. El apio-nabo, que se vende sin hojas, debe formar una bola pesada y firme. Se consume crudo o cocido y se puede encontrar en conserva, rallado y aromatizado con vinagre.
Como el apio en rama, el apio-nabo es muy digestivo, poco calórico y rico en minerales (calcio, potasio, fósforo y cloruro de sodio), pero es más rico en fibras y vitamina B9.
Chabacano o albaricoque
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Fruta del chabacano o albaricoquero, árbol de la familia de las rosáceas. Conocido en México como chabacano y en España como alboricoque, tiene forma redondeada, de color amarillo-naranja, de piel aterciopelada. Su carne, tierna y poco jugosa, es dulce y perfumada. El hueso, liso, se separa con facilidad, y la almendra que encierra es comestible y se emplea para perfumar confituras.
El árbol crecía ya en estado silvestre en China hace varios milenios. Pasó a la India, luego a Persia y Armenia (de ahí su nombre latino).
El chabacano, rico sobre todo en caroteno (provitamina A), pero también en sales minerales (potasio, magnesio, calcio, fósforo, hierro, sodio, flúor), contiene azúcares fácilmente asimilables.
A causa de su fragilidad, a menudo el chabacano se elabora en conserva (al natural o en almíbar, enteros o en mitades, o también en dados en las macedonias). También sirve para realizar jugos de frutas y alcohol.
También se puede degustar fresco, al natural. Debe comprarse al punto, puesto que una vez recolectado deja de madurar. Si se limpia bajo el agua, es preciso secarlo cuidadosamente para poder apreciar todas sus cualidades. Se emplea mucho en la cocina casera, en pastelería (elaboraciones calientes y frías, pasteles varios, macedonias, helados) y en confitería (frutas confitadas, mermeladas, confituras). Para integrarlo en los helados y en los sorbetes se reduce a puré o a coulis.
Agua mineral natural
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Agua de origen subterráneo que posee un índice mínimo de oligoelementos o de otros constituyentes minerales beneficiosos para la salud, y cuyas cualidades se preservan mediante el embotellado en el manantial. Por otra parte, no debe haberse alterado a través de un tratamiento que modifique sus características, y solo se autorizan la aireación, la oxigenación, la decantación y la filtración.
Las aguas minerales naturales, que proceden sobre todo de zonas montañosas, pueden carecer de gas carbónico de forma natural o porque éste se ha eliminado (lo cual debe precisarse en la etiqueta) o bien presentan gas (natural o mediante la adición de gases puros, lo cual también debe mencionarse).
Las aguas minerales naturales cada vez se aprecian más durante las comidas y, cuando llevan gas, en el aperitivo. Algunas tienen índices de elementos minerales muy elevados (bicarbonatos, sulfatos, calcio, magnesio, flúor); por ello, cuentan con indicaciones medicinales muy específicas, pero también con contraindicaciones, mencionadas en las etiquetas. Las aguas menos mineralizadas son las más aconsejables para la preparación de biberones.