La ciabatta es uno de los panes más recientes en el mercado. Su invención se le atribuye al italiano Arnaldo Cavallari, un piloto de automóvil de carreras. En 1982, en la localidad de Adria, Italia, con el fin de frenar el consumo creciente que en esos años había tenido la baguette francesa y que parecía monopolizar el mercado, Cavallari decidió crear un pan italiano que pudiera sustituirla. Durante varios meses se dio a la tarea de probar nuevas masas adaptando las recetas de panes regionales existentes y usando su propia harina de grano entero rica en minerales y en gluten, a la cual se le conoce como farina tipo 1 Italia. Al pan obtenido lo registró como Ciabatta Polesana; el primer nombre hace referencia a la forma del pan que es similar a una chancla o ciabatta en italiano, y el segundo a la región donde él trabajaba, la Polesine di Rovigo; en 1989 cambió el nombre a Ciabatta Italia. Desde entonces, Cavallari comenzó una intensa actividad de promoción del pan y de la harina que utilizaba en su elaboración, organizando cursos de especialización en la ciabatta italiana para los panaderos italianos y eventos en el extranjero. Actualmente la ciabatta es muy popular en todo el mundo.
La ciabatta es un pan de costra fina, lisa, crujiente y con un color dorado avellanado; su miga es suave y muy alveolada. La masa es muy húmeda y para su elaboración se utiliza una biga, que es el término italiano para designar una masa madre de poca levadura y fermentación prolongada; el resultado final es un pan de sabor profundo y aromático. La ciabbata se utiliza en rebanadas tostadas para preparar bruschettas o untarles paté y quesos cremosos como, gorgonzola y de cabra; también se presta para acompañar preparaciones jugosas con carne y pescado o salseadas, y es ideal para preparar sándwiches.