El ritmo de la vida contemporánea ha tenido un impacto considerable en nuestras costumbres y en nuestros hábitos, no sólo alimenticios, sino laborales, de sueño e, incluso, en nuestras relaciones personales. Ya había ocurrido algo similar antes, de acuerdo con Michael Pollan, cuando el ser humano aprendió a controlar el fuego.
Según relata Pollan en su libro Cocinar: Una historia natural de la transformación, este descubrimiento redujo enormemente la cantidad de tiempo que se le dedicaba a las actividades relacionadas con la alimentación, como la recolección, el masticado o la digestión de los alimentos. Además de esto y de los beneficios nutricionales que trajo consigo el cocinar los alimentos, las personas tuvieron más tiempo para llevar a cabo otras actividades.
Esta imagen guarda cierta similitud con algo ocurrido en el pasado reciente, en pleno siglo XX, con un ritmo más acelerado de vida y con más actividades por atender: el surgimiento de la comida rápida o fast food.
¿Qué es la fast food y cuál es su origen?
¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando escuchamos hablar de fast food? Lo más seguro es que pensemos en cierto tipo de alimento, en cierto tipo de restaurantes o puestos callejeros y en cierto tipo de sabores.
Pero para comprender a cabalidad qué es la fast food (o comida chatarra) no hay que perder de vista las palabras de Jesús Contreras, antropólogo español y catedrático de la Universidad de Barcelona: “la alimentación es, también, un fenómeno social, cultural, identitario”. Es decir, es un acto que depende de una gran variedad de factores y que involucra a mucha gente.
Por ello, no parece coincidencia que Diego Llaguno señale que este tipo de productos se han convertido en un símbolo cultural. En sus propias palabras: “La comida chatarra trascendió el ámbito culinario para convertirse en un icono cultural. Películas, música, moda y literatura han reflejado y celebrado la cultura del ‘fast food’.”
Para Vilaplana i Batalla, distintos aspectos de la vida contemporánea han favorecido la aparición de la fast food: la tendencia a comer fuera de casa, el interés por la seguridad alimentaria y la preferencia por consumir alimentos de fácil preparación. Por supuesto, estas no son las únicas características.
La producción, venta y consumo de comida rápida también tiene consecuencias como la reducción en el tiempo de socialización de la gente y en el tiempo que le dedicamos a las actividades alrededor de la comida, como la compra o la preparación de los alimentos, puesto que en esta cultura lo primordial es el trabajo y lo demás queda en segundo plano.
Origen de la comida rápida
La comida rápida se originó en San Bernardino, California, en Estados Unidos, con el primer local de McDonald’s, en el que los hermanos Richard y Maurice McDonald introdujeron la producción en serie (fordismo) a su modelo de negocios.
En este restaurante, los hermanos McDonald ofrecían solamente hamburguesas, papas fritas y bebidas. Es decir, comida hecha al instante, que se producía y se consumía rápido y cuyo valor nutricional no parecía importarle a nadie. Además, una consecuencia natural de la producción en serie de alimentos es la estandarización del gusto.
Por otro lado, la noción de comida rápida se puede rastrear hasta la antigua Roma, donde “existían establecimientos que ofrecían comidas rápidas y asequibles para la población”.
Impacto de la comida chatarra
Las consecuencias que tiene la cultura de la comida rápida en nuestra vida diaria se extienden por diversos estratos: en lo nutricional, en lo económico, en lo social, en la salud, incluso en lo medioambiental.
Pero sus consecuencias se pueden ver en muchos otros sitios, por ejemplo:
- Deforestación e incendios controlados
La industria de la fast food se vale, sobre todo, de productos de origen animal. La producción de estos alimentos favorece la ganadería industrial, práctica con la cual se asocian la deforestación y los incendios controlados.
- Pérdida de biodiversidad y proliferación de enfermedades de origen zoonótico
El monocultivo, la invasión de espacios naturales para la usos agrarios o ganaderos, han afectado negativamente la biodiversidad del planeta. Además, el contacto con especies salvajes favorece la transmisión de enfermedades de origen zoonótico, es decir, que pasan de otras especies al ser humano.
- Contaminación de aguas e inundaciones
Los productos químicos utilizados en la agricultura pueden contaminar ríos o cuerpos subterráneos. Las zonas deforestadas son susceptibles de inundaciones.
El movimiento Slow food
En 1986, Carlo Petrini fundó el movimiento Slow Food, una respuesta a la cultura de la fast food y al estilo de vida que promueve, y apenas tres años después se convirtió en una asociación internacional que, para 2011, contaba con 100 mil miembros alrededor del mundo. Hoy en día tiene presencia en 150 países.
Pero ¿qué promueve este movimiento? Por un lado, promueve la idea de devolver su debida importancia al placer vinculado al alimento. Para ello, de acuerdo con Vilaplana i Ballarta, resulta necesario aprender a disfrutar “de la diversidad de las recetas y de los sabores, a reconocer la variedad de los lugares de producción, a respetar el ritmo de las estaciones”.
Otro aspecto importante es lo que llaman “ecogastronomía”, una actitud “capaz de unir el respeto y el estudio de la cultura ecogastronómica con el apoyo a cuantos en el mundo se ocupan de defender la biodiversidad agroalimentaria”.
Aunado a lo anterior, a este movimiento le interesa educar el gusto de la gente para evitar eso que llaman la mcdonaldización de nuestra comida, además de defender la cocina local, las producciones tradicionales y las especies vegetales y animales en peligro de extinción. Su filosofía “se basa en la defensa del placer gastronómico y en la necesidad de ritmos vitales más lentos”.
Fast food vs slow food
Por último, veamos algunas diferencias entre fast food y slow food.
Características generales de la fast food:
- Su aporte de vitaminas y fibra es escaso.
- Son alimentos hipercalóricos.
- Contiene grasas saturadas, azúcares simples y proteínas de origen animal en gran cantidad.
- Contienen una gran cantidad de aditivos y otras sustancias químicas: colorantes, conservadores y potenciadores del sabor.
La comida del slow food, por su parte tiene las siguientes cualidades:
- Son productos naturales y frescos.
- Su contenido de vitaminas y fibra es elevado.
- No contienen aditivos ni otras sustancias químicas.
- Tienen un sabor natural.
Podríamos decir que se trata, más que de dos formas distintas de alimentación, de dos estilos de vida completamente distintos. Mientras que la fast food surge de las necesidades de un mundo apresurado y con un enfoque prominente en el trabajo y los resultados inmediatos, el movimiento Slow Food considera de suma importancia la calidad de los alimentos y vivir a un ritmo más lento.
Por Ulises Granados
Fuentes:
Vilaplana i Batalla, Montse, “Cultura alimentaria. Del fast food al slow food”, Revista Offarm, (26/7/2024).
Llaguno Alcántara, Diego, “Fast Food: Su Ascenso Histórico y el Impacto en la Cultura Contemporánea”, Seso Libre, (26/7/2024).
Farrás, Lorena, “Fast food y contaminación ambiental”, DKV, (26/7/2024).
Redacción, “Fast food vs slow food”, Súper más y más, (26/7/2024).