El chocolate de mesa es un producto con una historia ancestral, ésta comienza desde épocas precolombinas cuando los indígenas molían los granos de cacao con el fin de formar una pasta para después mezclarla con agua y obtener una bebida refrescante, ésta se vertía de una vasija a otra repetidamente para que formara espuma. Además, se le podían agregar ingredientes como vainilla, maíz, achiote, pimienta o chile.
No fue hasta la llegada de los conquistadores que se agregaron ingredientes que cambiarían el sabor de la bebida; al no estar acostumbrados al amargor propio del cacao, utilizaron azúcar y algunas especias aromáticas para adaptarlo al paladar español, con estos cambios, el producto se hizo famoso en toda Europa y se consumió en grandes cantidades.
Tiempo después, comenzaron a disolverlo en leche para obtener un sabor más agradable.
De lo artesanal a lo industrial
En el siglo XIX la revolución industrial impulsó el consumo de chocolate gracias a la fabricación de máquinas, con las que se produjeron tablillas a un menor costo; y mientras en Europa descubrían el proceso de extracción de la manteca de cacao, en México se instalaban las primeras máquinas para fabricar chocolate.
En este siglo el chocolate caliente se consumía con mucha frecuencia en casi todo México y en el siglo XX, en Veracruz, se fundó la fábrica de chocolates La Azteca, en la cual se elaboraba el chocolate Abuelita, una de las marcas más famosas de chocolate de mesa.
En festividades como Día de Reyes, la Candelaria y Día de Muertos tomar chocolate caliente es una tradición y cada comunidad le agrega elementos como especias aromáticas, canela y vainilla, entre otros, para darle un toque personal a esta bebida. Eso sí, para batirlo hay quienes usan el molinillo de madera con el fin de incorporar los ingredientes y hacer espuma. Es el compañero perfecto para panes dulces y postres.
Por Ivonne Hidalgo
Fuentes:
- De la Mota, Ignacio. El libro del chocolate. Editorial pirámide. 1992.
- Robledo, Luis. Larousse del chocolate. 2018.