Tradicionalmente, este chileatole se sirve en tazones para beberse de la misma forma que en la época prehispánica. No se requiere una cuchara; de hecho, se dice que el meter y sacar algún utensilio de metal del chileatole lo corta. No se concibe como una sopa o un guiso, pues no contiene carne como otros chileatoles que se acostumbran en Veracruz. Sin embargo, para las personas del campo es tan llenador que se convierte en el plato principal del día.
La familia Alcántara Granados de la localidad de Zapotitlán, Tláhuac, en la ciudad de México, al igual que muchas otras familias, lo bebe por las tardes (especialmente en el verano, cuando los elotes están más tiernos y muy suaves) o también en días lluviosos en los que la temperatura baja y se consume para reconfortar el cuerpo. Este chileatole tiene un sabor muy peculiar. Cuando me platicaron de esta receta no me interesó demasiado, pero la tarde que pasé en Tlahuac, y justo cuando lo probé, comprendí que la magnificencia de muchas comidas o bebidas se descubre en la temporada, hora y temperatura correctas.
Me cuenta la señora Graciela Granados Miramón que en tiempos no muy lejanos cuando los terrenos de esta zona, ahora urbanizada, eran milpas, preparaba este chileatole con los elotes que ella misma cosechaba.
Esta misma bebida, con ligeras modificaciones, también se acostumbra en las zonas rurales de Puebla y Tlaxcala.