Se trata de una de las joyas más atesoradas de la cocina tabasqueña. Es un postre muy antiguo que sólo las abuelas saben preparar, y que sólo los nietos de aquellas abuelas recuerdan. La considero una joya porque es exquisita y de extraordinaria sutileza.
Recomiendo hacer el merengue justo antes de servir, ya que después de un tiempo éste tiende a cortarse fácilmente.
Le sorprenderá que aunque la salsa este fría y el merengue a temperatura ambiente, éstos hacen un agradable contraste que se percibe en la parte superior del paladar al momento de comerse.
Procedimiento
Reserve ½ taza de leche y hierva el resto con la canela y el azúcar en una olla a fuego medio durante 5 minutos. Retire del fuego y deje enfriar.
Licue la leche con las yemas, regrese al fuego y hierva por 5 minutos sin dejar de mover o hasta que la mezcla espese.
Disuelva la fécula de maíz en la ½ taza de leche reservada e incorpore a la olla. Cueza hasta que la preparación espese; retire del fuego y deje enfriar.
Vacíe la preparación en 8 copas.
Bata las claras a punto de nieve; sin dejar de batir, añada el azúcar y la ralladura de limón hasta obtener un merengue terso.
Ponga sobre las copas un poco de merengue.
Presentación
Decore cada copa con la canela en polvo y una hoja de menta; refrigere y sirva.
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