Apegándonos al diccionario de la lengua phorhépecha (purépecha), de Pablo Velásquez Gallardo, la palabra se debería escribir uchépu, que literalmente quiere decir “tamal de elote fresco”. La importancia de esta preparación adquiere presencia al dar nombre a unas festividades en las cuales se comen tamales de elote fresco y se baila mucho toda la noche; estas festividades son llamadas uchépu úarhu y uchépukua, en purépecha.
En mis recorridos por Michoacán he descubierto que los tamales se comen solos en muchas partes del estado.
En Pátzcuaro me encanta ir al mercado que está junto a la plaza chica, Gertrudis Bocanegra, para comer un plato de uchepos con salsa de tomate y chile verdes, acompañados con una crema de rancho bien espesa, ¡son una delicia!
En alguna ocasión una mujer, cuyo nombre no recuerdo, me invitó una sopa tarasca muy distinta a la que se hace de frijol o con tiras de tortilla, ella aseguraba que el caldo podía ser blanco o con jitomate y que llevaba rodajas o trozos de uchepos y se espolvoreaba con un poco de chocolate regional. La realidad es que todos esos ingredientes existen, aunque la sopa no se sirva así en ningún lugar.
Los uchepos se pueden comer solos, sin embargo, una de las formas en que más los disfruto es cuando son acompañantes de la carne de cerdo.
En diferentes partes del país se hacen tamales de elote fresco donde simplemente los llaman tamales de elote fresco.
La versión que aquí se presenta es dulce e ideal para el desayuno.