Historia del chicle: origen prehispánico y globalización en el siglo XIX

Si eres fan del chicle (o si lo detestas), no dejes de leer este artículo sobre la goma de mascar que a diario consumen miles de niños, jóvenes y adultos en todo el mundo para calmar la ansiedad, limpiar la dentadura, refrescar el aliento, por simple gusto o incluso para apaciguar el hambre.

Cultura culinaria

El chicle es la golosina universal por excelencia. Todos masticamos chicle de vez en cuando o lo hemos masticado en alguna etapa de nuestra vida, pero poca gente sabe de qué está hecho y cuál es su historia. Independientemente del gusto individual y las razones que nos llevan a masticar chicle, es interesante el hecho de que se trata de un alimento no comestible, de origen prehispánico, que alcanzó su internacionalización en el siglo XIX. 

Orígenes del chicle 

Existen registros de la existencia de sustancias similares al chicle o goma de mascar en el Neolítico, hace más de 14 mil años; en el norte de Europa, hace 6 mil años; y en la antigua Grecia, hace 3000 años. Se asume que en todos esos casos dichas sustancias fueron utilizadas para mantener la salud dental y el buen estado de los dientes, debido a sus propiedades antisépticas. 

No obstante, el antecedente más preciso del chicle, como es conocido en la actualidad, corresponde a los antiguos mayas, quienes procesaban la resina del árbol de chicozapote para obtener sicté, una resina masticable para limpiar los dientes y reparar objetos de barro. Posteriormente, los aztecas adoptaron este recurso para elaborar lo que llamaron tzictli, término náhuatl que significa “cosa pegajosa” y del cual proviene la palabra chicle. 

Producción chiclera en México del siglo XIX 

Los árboles de chicozapote se encuentran principalmente en la Península de Yucatán y Guatemala. En México, estos árboles comenzaron a ser explotados para la producción de chicle a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En 1860, el expresidente de México Antonio López de Santa Anna presentó este producto en Nueva York al empresario Thomas Adams, quien lo patentó y comercializó hacia 1875. 

A partir de entonces la nueva golosina tuvo gran éxito comercial internacional gracias a las ingeniosas campañas publicitarias de la época. La gente masticaba chicle, en un principio, como una divertida moda, hasta convertirse en un hábito cotidiano. A principios del siglo XX el proceso de producción de chicle en la selva peninsular constituía el modo de subsistencia de miles de familias, aunque las condiciones de trabajo eran muy duras. 

Películas que abordan la complicada producción chiclera de ese tiempo son La selva de fuego (1945), de Fernando de Fuentes, protagonizada por Dolores del Río, y Selva trágica (2021), de Yulene Olaizola, protagonizada por Rubie Adrewin. Hoy día casi todos los chicles a nivel mundial son resultado de mezclas químicas, aunque todavía se siguen produciendo de manera artesanal, a muy baja escala, a partir de la resina del chicozapote. 

Internacionalización del chicle 

La compañía Adams New York Chewing Gum fue la primera y más importante comercializadora del chicle, al que añadió diversos sabores y logró exportar a muchos países del mundo. Otra compañía chiclera de gran éxito, competidora de Adams, fue la fundada por el empresario Philip Wrigley. El chicle era uno de los productos que se suministraba a los soldados estadounidenses durante la Primera y la Segunda guerras mundiales. 

Actualmente existen múltiples compañías que producen diversos tipos de chicles para públicos de todas las edades. La presencia del chicle en la memoria colectiva se ejemplifica con el cliché de su consumo, por ejemplo, entre beisbolistas y practicantes del oficio más antiguo del mundo. Sin embargo, ello no demerita su buena fama ni impide conmemorar el 13 de enero como Día Internacional del Chicle. 

Y tú, ¿acostumbras masticar chicle? Cuéntanos qué tipo de chicle consumes y cuál es la principal razón por la que lo haces. Activa la sección de comentarios. 

Por Will Rodríguez 

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