Mamá: su rol en la alimentación y en la cocina

La alimentación del ser humano en su etapa más temprana está a cargo de aquella mujer que nos da la vida, es decir, cuando somos bebés es principalmente nuestra madre la que se encarga de proveernos de alimento constante y nutritivo. Uno que ella misma produce. Conforme vamos creciendo ese alimento es dejado atrás, pero aquel lazo primigenio nunca se rompe.

Cultura culinaria

Este primer alimento está ligado a nuestra naturaleza, en años recientes se ha revelado que los homínidos también eran amamantados hasta que cumplían alrededor de un año de edad. Como mamíferos puede que esta característica no sorprenda a nadie, sin embargo, pensar que a lo largo de la extensa trayectoria de la humanidad aún conservamos intacto ese primer alimento, ese primer acercamiento con la figura materna es, por lo menos, una reflexión sorprendente.

 

Las investigaciones apuntan a que en la prehistoria, el sexo femenino era la principal figura recolectora y, siglos después, serían las principales encargadas de la domesticación de semillas. Por lo que, históricamente, la mujer siempre ha tenido el rol de madre que amamanta, persona que conoce, reconoce y transforma ingredientes y, muy importante también, miembro que alimenta al núcleo familiar.

 

Sin embargo, muchos siglos han pasado desde entonces y el rol femenino, más específicamente, el rol materno en la cocina actualmente está en constante evolución y cambio. Dando paso a nuevas formas de vivir y expresar estos vínculos.

 

La nostalgia de la cocina de mamá

De antaño siempre relacionamos el sabor de la cocina hogareña con el sazón de mamá, casi todos tenemos aquel plato favorito que nos preparaban en nuestra infancia y que ahora tenemos en un pedestal insuperable a cualquier otra comida.

 

De hecho, pocos adultos en nuestro país tienen una percepción negativa de los alimentos que les preparaban en la infancia en casa ─hechos principalmente por la figura materna─. La memoria alimentaria tiene un efecto de gran fuerza ya que al ser completamente sensorial, tiendes a comprometerte con mayor intensidad con el estímulo que estás recibiendo.

 

Un estudio realizado en la Universidad de Massachusetts por Susan Whitbourne, profesora de Ciencias Psicológicas y Cerebrales, señala que hay razones psicológicas importantes por las que vivimos esos vínculos tan estrechamente. “Sin darte cuenta, estos recuerdos emocionales, asociados tanto con la comida que comiste como con la atmósfera en la que la comiste, se han convertido en parte de tu sentido adulto de ti mismo”, menciona Susan.

 

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De forma antropológica y social, durante gran parte de nuestras vidas, al pertenecer a un núcleo familiar, dependemos principalmente de la figura materna para lograr nuestra supervivencia. Se teoriza que la parte inconsciente de nuestro cerebro al elegir lo que comemos lo asociamos principalmente a la presencia de la madre y, aunque la figura paterna también tiene un papel importante ─históricamente siendo el responsable de proveer y proteger─, su vínculo es percibido de una manera distinta.

 

Por lo que nos vemos envueltos en este entorno alimentario dominado por la mujer, por lo que la estimulación de recuerdos van dirigidos a las mujeres que nos cuidaron y alimentaron, principalmente a nuestra madre. Asimismo, existe este imaginario colectivo en el que la mamá mexicana es la figura máxima al hablar de cocina y, retomando el rol histórico y el poder de la nostalgia alimentaria, hace sentido que tengamos ese arraigo. Finalmente, las cocinas nacionales se han formado bajo los brazos de todas ellas: las madres, las abuelas e hijas de lo que hoy en día son países.

 

La figura materna en la cocina actualmente

Las mujeres durante largo tiempo hicieron del fogón su dominio y, aunque en un principio probablemente fuese una imposición para ellas, pronto encontraron pertenencia e identidad en este espacio. Sin embargo, se hace evidente que las mujeres desde hace décadas han ido reduciendo sus actividades dentro de la cocina.

 

Desde la Primer Guerra Mundial un buen porcentaje de las mujeres de los países en guerra tuvieron que comenzar a buscar empleos para lograr sobrellevar la situación económica y ocuparon las vacantes que los hombres habían dejado al irse al frente de batalla. Así se revolucionó en gran medida el papel femenino ante una sociedad profundamente conservadora y machista. Situación que, a pesar de tantas décadas de distancia, continúa hasta nuestros días.

 

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Aún en esta época contemporánea en la que vivimos, presentamos esta innegable nostalgia y relacionamiento con la figura materna en nuestras experiencias alimentarias, sin embargo, ahora los papeles pueden ser mucho más variados y fluidos. La mujer ya no está obligada a tener como único territorio la cocina y, por el contrario, las oportunidades de decidir su entorno, sus gustos y aspiraciones son cada vez más amplias.

 

La modernidad plantea un lento emparejamiento de oportunidades para las mujeres y, tanto la cocina como tradición de antaño, como la cocina como expresión feminista, existen en un mismo plano. La cocina como empoderamiento femenino busca transformar y visibilizar este espacio para adquirir y reforzar procesos sanadores a través de la resiliencia. Por lo que, actualmente la figura materna coexiste y converge para generar nuevos espacios y relaciones dentro de la cocina.

 

Esta información nos ayuda a entender ese fuerte lazo familiar con nuestras madres. De esta forma todos los días podemos celebrar este hermoso vínculo de una forma más reflexiva y completa. Cuéntanos, ¿al cocinar o experimentar un plato te pasa que te inundan recuerdos con tu mamá?

Por Samantha Mañón

 

Fuentes consultadas:

Martínez, Liliana, “La madre en la alimentación”, El economista, (29/04/22).

Thomson, Julie, “Los psicólogos explican por qué los recuerdos de los alimentos pueden sentirse tan poderosos”, Huffpost, (02/05/22).

Whitbourne, Susan, “Lo que tus primeros recuerdos de comida dicen de ti”, Psychology Today, (29/04/22).

Almanza, Daniela, “La cocina como espacio de empoderamiento. Resignificación y sororidad en las mujeres. ¿Conversaciones entorno al fogón?”, Pontificia Universidad Javeriana, (03/05/22), p. 3.

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