Dentro de las celebraciones propias del Día de Muertos, una de las costumbres más conocidas es la elaboración de altares dedicados a los familiares y seres queridos de familias o comunidades enteras, dependiendo de quienes erijan el altar.
En ellos, se suele colocar fotografías, flores, comida y pertenencias de los muertos, entre otros detalles, además del característico pan de muerto. Todo esto, acompañado de una carga simbólica y de diferentes creencias. Pero ¿qué tiene de peculiar el pan de muerto? Vamos por partes.
¿Cuál es el origen del pan de muerto?
El origen del pan de muerto está ligado a los altares prehispánicos. De acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, se sabe, por ejemplo, que “una ofrenda similar a la actual de día de muertos era la de la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían del primer parto, se creía que rondaban por el aire causando enfermedades entre los niños, por ello les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino. Las ofrendas consistían en ‘panes’ de diversas figuras”, como rayos o mariposas.
Mixquic durante la celebración de Todos los santos
Estos panes, a diferencia del actual pan de muerto, eran elaborados sin levadura, con maíz seco y tostado (pan ácimo), o a base de amaranto. Sin embargo, “El equivalente al pan de muerto como ahora lo conocemos sería el huitlatamalli que era una especie de tamal”.
Sin embargo, aparte de esta explicación sobre las ofrendas, existen al menos otras dos posibles narraciones que tratan de explicar el origen del pan de muerto: una que lo liga con una tradición católica europea del Medievo, originada en Francia durante el siglo X: la Fiesta de los Santos y Fieles Difuntos. Durante dicho festejo: “Había un altar donde se exhibían las reliquias de personajes santos, las cuales podían incluir huesos, cráneos o hasta sustancias humanas. […] El Pan de Muerto aparece cuando los feligreses tomaron la costumbre de comprar un pan o un dulce de azúcar que tenía forma de reliquia, el cual era bendecido por el cura y se colocaba junto con el santo familiar con otras frutas y alimentos, en lo que conocemos como ofrenda, o como el altar de muertos que se acostumbra no sólo en México sino en otras partes de Latinoamérica e Italia”.
Esta noción, propuesta por la doctora Elsa Malvido del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se contrapone a la narración generalizada de que estas celebraciones provienen de “dos fiestas dedicadas a los muertos: Miccailhuitontli o fiesta pequeña de los muertos y la fiesta grande de los muertos. En estas celebraciones, además de honrar a los muertos, se honraban los ciclos agrícolas, para lo cual se hacían ofrendas, oblaciones y sacrificios”.
De acuerdo con Catharine Good Eshelman, co-autora del libro Día de Muertos. Recetas y tradiciones, las creencias, fiestas y tradiciones en torno a los muertos, no se explican únicamente con estas lecturas. Mucho de las tradiciones ligadas a los altares de muertos habla, sí de la relación con los difuntos, pero también de prácticas comunitarias, como la elaboración de los alimentos para las ofrendas con productos agrícolas frescos, producidos, cosechados y transformados por las mismas comunidades.
Esto, además, se inscribe en una relación peculiar con el pasado de los pueblos, con su entorno y con la preservación de las tradiciones, las creencias, las prácticas y los mismos pueblos. En palabras de Eshelman “Los difuntos son ligeros, pueden ir muy lejos para traer la lluvia, llevar peticiones a los santos, a la Virgen y a los dioses; además estimulan el crecimiento del maíz porque la tierra consumió su cuerpo físico después de su entierro. Los difuntos dan fuerza a los humanos y a toda la flora y fauna en la tierra; su acción da abundancia, salud y bienestar a las familias y a la comunidad.”
La comida ofrendada para los muertos, con sus sabores, olores y texturas particulares, son detonadores de la memoria e identidad comunitaria y cultural. Recordar y honrar a los muertos es una estrategia milenaria para garantizar la vida de nuevas generaciones y la continuidad de los pueblos.
Variedades de pan de muerto
Del mismo modo en que las celebraciones y tradiciones relacionadas con el Día de Muertos muestran diferencias claras en distintas regiones del país, el pan de muerto tiene sus propias variedades.
Existen muchas variedades en cada estado de la República. A continuación, te mencionamos alguna de ellas documentadas por el INPI:
Ciudad de México y Estado de México
Es el pan de muerto clásico, redondo, adornado con su canilla de la misma masa, espolvoreado con azúcar blanca y en otras poblaciones con azúcar rosa que recuerda el uso ceremonial del color rojo en la época prehispánica, que representa una tumba con un cráneo y varias canillas entrecruzadas que simulan los huesos, sustituyó al Zompantli.
Este mismo pan se consumen también en otros estados de la República, como Aguascalientes, Baja California, Colima, Coahuila, Chihuahua, Jalisco o Nayarit.
Ciudad de México (Mixquic)
Se realizan las “despeinadas”, rosquitas de azúcar colorada, el típico pan de muerto con azúcar, ajonjolí y granillo, pan estilizado bordado con la misma masa y una cruz en el centro. Los panes tienen forma de mariposa, ya que se creía que, al morir, las niñas se convertían en mariposas.
Estado de México
“Muertes”, es un pan antropomorfo hecho de yema de huevo, de esta misma masa se realizan los conejos, los borregos y las finas, que aparte lleva canela. También se produce pan blanco como el triconio y el pan sobado, que es una mezcla de masa blanca y masa dulce. En Texcoco se elabora el pan conejo, pan elaborado con manteca, nuez, guayaba y canela y las encaladillas y calaveras de masa galletosa, glaseadas con puntos de azúcar rosa.
Guerrero
En las ofrendas (huentli) se colocan panes llamados camarones, tortas y amargosas, también hay muñecos y pan de figura, adornados con azúcar color solferino. En la región de Tixtla se elaboran panes conocidos como almas con azúcar, burros con azúcar rosa, conejos y patas de mula o pan bordado. En Telolapan, se preparan figuras zoomorfas de peces, perros y mariposas que son dedicadas a las niñas.
Guanajuato
En Acámbaro se elaboran conejos, mulas, borregos y pan de canela. “Almas”, pan en forma de figura humana. Los que representan a los adultos son glaseados blancos y al centro un punto de azúcar rosa, y los niños son todos blancos.
Hidalgo
Moriscas de harina, canela, huevo y pulque. En Xochicoatlán, “bodoques”, pan que se regala a las personas que asistían al novenario. En la región huasteca se produce en estas fechas el pan conocido como “peluca”, pan que solía repartirse en los velorios y puesto en las ofrendas de muertos. En Huejutla se elaboran pequeños panecillos que reciben el nombre de frutas de horno. En el Mezquital el pan de muerto es una figura en forma de cuerpo humano completo o cabecitas, manos, huesos y hasta pezuñas de animales.
Michoacán
“Pan de ofrenda” elaborado con harina de trigo, levadura de soya, azúcar y sal. La masa cocida lleva un toque creativo, su color: vírgenes, conejos, burros, campesinos, sombreros y campesinas. Realza el pan de ofrenda “La rodilla de Cristo”, que es un pan redondo reventado con azúcar rosa que representa las heridas de Cristo. En Maravatío, se elaboran distintos tipos como el pan antropomorfo (figura humana), mitomorfo (personajes mitológicos), fitomorfo (de flores y hojas) y zoomorfo (animales).
Morelos
Pan antropomorfo, adornado con bordado de la misma masa y los brazos a los lados a diferencia de otras regiones que representa los brazos cruzados.
Oaxaca
“Regañadas”, panes de pasta hojaldrada que se utilizan en las ofrendas y que representan las “animas” de personas o animales. Pan de yema de huevo con o sin ajonjolí, hecho de azúcar con acabado de porcelana, que representa la cara del muerto adulto o de niño.
Puebla
Se hacen los “Golletes” (roscas adornadas con colores). El “sequillo” que es un mamón seco con un color amarillo yema de huevo.
¿Te gustaría hacer tu propio pan de muerto? Te recomendamos que pruebes esta versión de Pan de muerto, elaborada por el chef Miguel Gómez.
Por Ulises Granados
Fuentes:
Good, Catharine; Castillo, Mariana; Ortiz, Paloma, Día de muertos. Recetas y tradiciones, Ediciones Larousse, México, 2023.
Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, “El origen del pan de muerto y las variedades regionales actuales”, Gobierno de México, (22/10/2024).
Redacción, “El pan de muerto, una tradición deliciosa”, Larousse Cocina, (22/10/2024).
Martínez, Alonso, “El (supuesto) origen caníbal del Pan de Muerto”, GQ, (22/10/2024).