Biografía

Heredera de la tradición Ñuu savi —gente de las nubes, en lengua mixteca—, desde niña Olga Cabrera sintió admiración por uno de los grandes tesoros mixtecos: la comida, un legado de las mujeres de su familia que se convirtió en su pasión.

La Mixteca, explica, debe su nombre a la cultura que la ocupó desde la conquista española. Su cocina es una de las expresiones más vivas de la cultura oaxaqueña. “Moles, chileajos, barbacoas, pozole, tetelas, tortillas y panes de trigo son algunas de las delicias mixtecas, platillos en su mayoría mestizos que combinan los sabores indígenas ancestrales como el guajolote, el conejo, el chile, el maíz, la calabaza y el frijol, con los traídos de España como la canela, la pimienta y el ajo”, explica.

Muy pronto, Olga hizo de su amor por la cocina un oficio, al vender comida en el mercado de Huajuapan de León, su pueblo natal. Años después, en 2002, abrió una pequeña fonda llamada Tierra del Sol Comedor en la ciudad de Oaxaca, donde se mudó pensando en un mejor futuro para sus hijos: “Me di cuenta de que la cocina era un mundo nuevo, en el cual me sentía feliz porque podía hacerlo a mi manera”.

En la actualidad, tiene tres proyectos: Tierra del Sol Casa Restaurante, abierto desde 2015; Masea. Trigo y Maíz, desde 2020; y La Atolería, desde 2021, el primer establecimiento de atoles de maíces y granos nativos de Oaxaca. En todos ellos, el fuego está presente. “No tenemos cocina mexicana sin fuego; nuestros ingredientes son el maíz, el chile y el frijol, granos tan duros tienen que pasar por un tostado, un tatemado, un asado, un hervido”, asegura.

Olga, además, es cofundadora de Mujeres del Fuego, una iniciativa de difusión en línea que enlaza a mujeres con el objetivo de crear alianzas, promocionar sus productos e inspirar a otras. “Me siento orgullosa de que esa humilde cocina que aprendí en mi casa y en mi pueblo, hoy la busquen personas de todas partes. Esa es la mejor recompensa”, concluye.

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