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Resultados de la búsqueda: Agridulce
Apicio
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Nombre de tres romanos renombrados por su afición a la buena comida. El primero, contemporáneo de Sila (siglos II-I a.C.), solo se conoce por su glotonería. El tercero, que vivió en el siglo II d.C., merece ser mencionado por haber descubierto un medio para conservar las ostras frescas.
El más célebre de los tres, el segundo, Marco Gavio Apicio, que debió vivir en la época de Tiberio (14-35 d.C.), fue al parecer el autor de un libro de recetas, De re coquinaria libri decem (Los diez libros de la cocina), que fue un libro básico durante varios siglos.
El Apicio sigue siendo la suma más técnica de nuestro conocimiento de la cocina romana imperial. Una famosa receta de pato agridulce, creada por Alain Senderens para homenajearlo, lleva su nombre.
Tamarindo
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Árbol nativo del sur de Asia y del África tropical, perteneciente a la familia de las leguminosas. Mide hasta 15 metros de altura, posee muchas ramas, es de corteza áspera, café y sus flores agrupadas son amarillas con manchas rojas. El fruto comestible se conoce con el mismo nombre. Es de sabor agridulce, pulpa algo fibrosa, color café y crece en vainas de 5 a 14 cm de largo por 2 o 3 cm de ancho, con cáscara áspera y quebradiza, color café. Es muy común en todo el país, especialmente en las regiones cálidas donde se cultiva. El fruto se compra fresco para comerse como golosina por su sabor agridulce; también sirve para preparar agua de tamarindo, uno de los sabores más comunes de agua fresca en México. En muchos estados como Veracruz y Guerrero, la pulpa de tamarindo se vende a las orillas de las carreteras, empaquetada en bolas, con o sin semillas y mezclada con azúcar o chile. La pulpa dulce se utiliza para preparar agua fresca, y con ambos tipos de pulpa se elaboran dulces como los tarugos.
Foto: Fruto, vainas de tamarindo . (Archivo Gráfico Larousse).
Tamarindo
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Fruto del tamarindo, árbol de la familia de las fabáceas, originario de África Oriental. El tamarindo, conocido en las Antillas, la India, África y el sureste asiático, se presenta en una vaina oscura de 10 a 15 cm de longitud por 2 cm de anchura, que contiene una pulpa a la vez acidulada y dulce, con algunas semillas duras. Se emplea sobre todo para preparar confituras, nieves, chutneys, bebidas y condimentos. En la India, su pulpa seca, ingrediente importante de las mezclas de especias, interviene también en las ensaladas, los caldos y los purés de legumbres. El jugo de tamarindo fresco adereza las hortalizas crudas. En China, algunas sopas agridulces se aderezan con tamarindo confitado. En México se utiliza para preparar dulces y aguas frescas.
Japón
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
La refinada cocina japonesa se basa en elementos poco numerosos, pero que se realzan con una poesía y una delicadeza incomparables. La gastronomía nipona descansa tanto en el sabor de los alimentos, a menudo sutilmente combinados (verduras, productos del mar, arroz y soya), como en la presentación y los utensilios de mesa.
También se ha visto influida por aportaciones occidentales como la técnica de la fritura (tempura), importada por los jesuitas en el siglo XVII, y el aumento sensible del consumo de carne (sobre todo pollo y cerdo), que en otros tiempos estaba condenado por los preceptos budistas. Antaño, el sukiyaki, que se ha convertido en el plato nacional nipón, lo cocinaban los campesinos de manera clandestina.
Platos en armonía con las estaciones. Uno de los grandes principios de la cocina japonesa es que todo producto debe servirse en su estación propicia. La primavera se celebra con el “pastel del ruiseñor”, a base de arroz viscoso amasado, relleno de pasta de frijol dulce y espolvoreado con harina de guisante, también dulce. En abril se comen calamares crudos. Mayo es el mes del shincha, el té nuevo (verde como reza la costumbre, pero espeso y perfumado) y del ayu, pequeño pescado de agua dulce de carne delicada, asado a la parrilla con sal.
En primavera también tiene lugar la “fiesta de los niños”, dedicada antaño de forma exclusiva a los varones, con diferentes manjares preparados que evocaban la virilidad y el coraje: cigalas presentadas con las pinzas erguidas (como un casco de samurai), pasteles de arroz envueltos en hojas de roble (símbolo de crecimiento vigoroso).
En verano se toma anguila asada en carbón de madera, paté de soya relleno de bonito seco, cebollín y jengibre, o tallarines de alforfón glaseados. En agosto, época en la que hace mucho calor, los platos son ligeros y refrescantes: pollo frito, pepinos rellenos con pasta de ciruela, trucha en caldo corto y erizos de mar.
Otoño es la estación de los hongos, sobre todo del matsutake, con su exquisito sabor a carne asada, que se marina en salsa de soya y sake, y luego se asa o se cuece al vapor con pollo, pescado y nueces de ginkgo. También es la época del kaki y de las castañas, excelentes con el arroz dulce. Septiembre, mes de la Luna, es la época de las rodajas de abalone cocidas al vapor de pepino, de los brotes de bambú hervidos, de los rollos con anguilas y de los huevos duros.
El invierno impone comidas más recias: terrina de pulpo con daikon (rábano grande ligeramente amargo), sopa con hongos desecados. En noviembre el arroz es muy sabroso. El gohan es el arroz cocido y esta palabra significa también, por extensión, “comida”. Esta estación también es la de los pescados de carne blanca, que se sirven crudos, a la parrilla o fritos, en ragú o en sopa. Las sopas de tallarines con carne y verduras, apreciadas todo el año, son muy adecuadas para los rigores del invierno, durante el cual se puede tomar la deliciosa mandarina, símbolo del Sol, regalo ritual el día de fin de año.
Unos pocos ingredientes se repiten sin cesar, pero siempre preparados de distintas maneras. En primera fila figuran la soya, que se multiplica en miso, tofu y salsas, y el arroz, con innumerables preparaciones dulces o saladas.
Los demás ingredientes corrientes son específicos: vino de arroz suave (mirin) o fuerte (sake), vinagre de arroz, aceite de ajonjolí, mostaza de rábano picante (wasabi), daikon, calabaza seca, bardana, shirataki (una fécula extraída de una especie de ñame y a la que se da forma de pasta fina), brotes de bambú y raíces de loto.
El sabor de los adobos se despliega en una gama de pickles (ciruelas, rábanos, jengibre, erizos de mar). Los tallarines y los fideos, gruesos o muy finos, pueden ser de harina de alforfón, trigo o arroz.
Los productos del mar se imponen con una amplia gama de algas secas (nori, konbu, wakame), que pulverizadas o comprimidas se añaden a las salsas, a las sopas, a las cremas y a las guarniciones. Otro ingrediente muy utilizado es el atún seco (katsuobushi). Son indispensables el jengibre, la pimienta, la guindilla, la mostaza, el glutamato y las especias y finas hierbas frescas, sobre todo el perejil y el cebollín.
Los platos se preparan con técnicas características. Así, el pescado a menudo se come crudo, finamente cortado (sashimi). El pollo se asa con sal o se adoba en agridulce, y luego se fríe y se rocía con el adobo. La duración de las cocciones siempre es de una precisión extrema. La carne de res es poco frecuente, pero casi siempre se corta en lonchas finas, se asa y luego se pasa rápidamente por un caldo de verduras.
Hay dos técnicas niponas características: el nahemono (platos cocidos en la mesa, sobre una parrilla o en un recipiente de fondue) y el nimono (alimento hervido en un líquido aromático). La cocción al vapor también es muy usual.
El auténtico orgullo de la cocina japonesa es la fritura. Ésta exige mezclas de aceites cuidadosamente dosificados, en particular para los buñuelos, que se sirven en surtido, con un abanico de salsas. También cabe mencionar el arte del corte, tanto para la preparación como para la presentación, que requiere utensilios especiales y una gran destreza.
Los japoneses se encuentran entre los mayores consumidores de pescado y de marisco del mundo. Sus aguas poseen gran número de especies de pescados marinos, multitud de algas comestibles, cetáceos, moluscos y crustáceos (abulones, almejas americanas, cangrejos, camarones, bogavantes y ostras), de un sabor y una diversidad excepcionales (debidas a la presencia de una corriente cálida y otra fría que convierten las aguas niponas en un vivero gigante). El atún, el bonito, la dorada y la sepia son los más consumidos, sobre todo en forma de filetes crudos, servidos con salsa de soya, mostaza y rábano picante, o bien como sushi (bolitas de arroz al vinagre, envueltas con algas y rellenas con carne de pescado o de crustáceo).
Una de las especialidades es el fugu, un pescado que contiene un veneno muy fuerte, pero su carne es muy apreciada. Se sirve solo en ciertos restaurantes, en los que el chef posee una licencia especial que garantiza una degustación sin peligro. El pescado también se prepara muchas veces en fritura.
El desayuno se compone por lo general de un bol de arroz con algas secas, una sopa de miso o un plato de huevos. El almuerzo, bastante frugal y muy rápido, se reduce muy a menudo a arroz acompañado por huevos y carne (chuleta de cerdo o hamburguesa) o a tallarines, fríos o en sopa. La cena, en cambio, es más completa y refinada. Suele incluir al menos cuatro variedades de platos, que combinan preparaciones líquidas, crujientes y cocidas a fuego lento, algunas de sabor intenso y otras refrescantes. La alternancia de las consistencias y de los sabores es, en efecto, una de las reglas de oro de la cocina japonesa, en la que el color, la textura y la forma cuentan tanto como el gusto.
Junto a la cerveza, el té es la bebida de acompañamiento más difundida. Incluso es objeto de una ceremonia tradicional, el chadô, en el curso de la cual la tetera, los boles, las bandejas y las comidas refinadas concurren para que su preparación se convierta en un ritual simbólico de una gran armonía, que se desarrolla en familia o con ocasión de la visita de amigos.
Las golosinas y los pastelitos se reservan para las fiestas tradicionales o se saborean entre las comidas, como las frutas frescas. En las fiestas y en los grandes eventos se toman platos cargados de simbología, como la sopa de almejas americanas que se sirve en las bodas sintoístas (las dos partes de la concha evocan la unión), o el arroz rojo (cocido con azuki, pequeñas alubias rojas) que es un símbolo de felicidad.
En el día de Año Nuevo, los platos se presentan en una serie de “cajoncitos”, con la única excepción de las preparaciones de mochi, arroz viscoso amasado, al que se da forma de tortita y que se cuece con verduras (para los platos salados) o bien con alubias rojas y azúcar (para el postre). También se consumen carpa, castañas, hojas de crisantemo, helechos de la buena fortuna, naranjas y pan de pescado.
Kaki
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Palabra japonesa que designa al fruto de un árbol originario de Oriente, de la familia de las ebenáceas, cuyo cultivo se introdujo en Europa en el siglo XIX. El kaki (o caqui) se parece a un jitomate anaranjado. Su carne bastante blanda, también anaranjada, contiene de una a ocho semillas según las variedades, y posee un sabor agridulce, un poco astringente. Proporciona 64 kcal o 268 kJ por cada 100 g, es bastante rico en potasio (200 mg) y en vitamina C (de 7 a 22 mg). El kaki debe consumirse bien maduro, y su pulpa se toma con cucharilla. También se emplea para elaborar compotas, confituras y sorbetes.
Salsa
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
Preparación más o menos líquida, caliente o fría, que acompaña o sirve para cocinar un manjar. La función de una salsa es añadir a este último un sabor que se armonice con el suyo.
Herederas de los condimentos antiguos (garum, nardo), las salsas medievales (cameline, dodine, poivrade, Robert, etc.) eran muy picantes o agridulces. Fue preciso esperar a los siglos XVII y XVIII para que nacieran preparaciones más refinadas y aromáticas, como la bechamel, la soubise, la mirepoix, la duxelles y la mayonesa.
A Antonin Carême (1784-1833) le debemos la sistematización de las salsas, con las salsas frías y las calientes. Estas últimas, de lejos las más numerosas, se dividen a su vez en salsas oscuras y salsas blancas, e incluyen las grandes salsas, llamadas “madres” (española, semiglasa y salsa de jitomate para las oscuras, bechamel y velouté para las blancas), y las innumerables salsas compuestas inspiradas en ellas. Las salsas frías se realizan a menudo sobre una base de mayonesa o de vinagreta, también en este caso con numerosos derivados.
En el repertorio clásico francés poco a poco se han ido añadiendo varias salsas de otros países, introducidas a menudo por chefs que trabajaron en el Reino Unido, en Rusia, etc. (salsas Cumberland, Albert, reform y cambridge, salsas a la rusa, a la italiana, a la polaca, etc.).
La diversidad de los recursos regionales franceses favoreció la multiplicación de las preparaciones, determinadas por ingredientes característicos: la crema (salsa normanda), el ajo (alioli), la mantequilla fresca (beurre blanc), la mostaza (salsa dijonnaise), la chalota (salsa bordelesa), el vino tinto o blanco (salsa borgoñona), la cebolla (salsa lionesa), etc.
A partir de Auguste Escoffier, las salsas pasaron a ser más ligeras, y hoy en día numerosos chefs utilizan mezclas más originales.
Una salsa de consistencia más o menos densa, con ingredientes colados o visibles, puede sazonar una preparación cruda, formar parte de un manjar cocinado o acompañar un plato frío o caliente. Cuando la salsa es el resultado de la propia preparación, se trata de platos “en salsa”, pero muy a menudo esta se sirve por separado, en salsera, o napando un manjar (huevo duro, chaud-froid, concha de pescado).
La elección del material utilizado es importante. Las cacerolas deben ser de borde alto, de metal grueso, para garantizar un buen reparto del calor, lo cual evita que la salsa se queme o se corte. El baño María es un procedimiento indispensable, mientras que el batidor metálico y la espátula de reducir son accesorios ineludibles.
En la práctica, la elaboración de salsas descansa en cuatro procedimientos básicos:
– La mezcla en frío de numerosos ingredientes sólidos y líquidos es el método más simple (vinagreta y ravigote, por ejemplo).
– La emulsión (dispersión muy fina, en un líquido, de un sólido que no es soluble, mezcla que permanece estable cierto tiempo) se realiza en frío (mayonesa y sus derivados, alioli, gribiche, rouille, tártara) o en caliente (holandesa y muselina, bearnesa y beurre blanc).
– La mezcla de mantequilla y harina calentada (roux) es la base de las salsas “cuajadas“, cuyo tipo más representativo es la bechamel y, que, según los complementos (crema, gruyère, cebolla, etc.), proporciona las salsas crema, mornay, soubise, etc.
– La cocción de un fondo de ternera, de caza, de ave o de un fumet de pescado, al que se añade a continuación un roux dorado, un roux oscuro u otra preparación (mirepoix, reducción, aguardiente, marinada, hongos, etc.), proporciona la velouté (de ternera, de caza, de ave o de pescado), la española y las salsas para caza, con todas las variantes blancas (alemana, cardenal, nantua, normanda, poulette) u oscuras (bordelesa, cazador, périgueux, poivrade, venado, etc.), realizadas a veces con la adición de un ingrediente aromático.
Según la naturaleza del manjar al que se acompaña o que se quiere potenciar, los ingredientes, aromatizantes y especias más diversos pueden entrar en la composición de una salsa. Ciertas asociaciones de sabores son clásicas, como el cordero o el pescado con el curry (salsa india), el bacalao y el ajo (alioli), el pato y la naranja (salsa bigarade), la caza y la grosella (salsa Cumberland), el res y el pepinillo (salsa picante), etc. Las anchoas, la carne de crustáceo, la duxelles, el foie gras, el queso rallado, el jamón picado, los jitomates troceados, la trufa picada (en el caso de los sólidos), el aguardiente, la crema, el vino tinto o blanco, el vinagre (en el de los líquidos) permiten variaciones infinitas.
A menudo, la denominación de una salsa es reveladora de sus componentes: salsas périgueux con trufas, húngara con paprika, nantua con cangrejos de río, etc. A veces, la salsa lleva el nombre de su creador: Mornay, Choron, Foyot, etc.
Suiza
- Diccionario: El pequeño Larousse Gastronomique en español
La cocina suiza refleja las grandes regiones lingüísticas del país. Los cantones de lengua francesa conocen las preparaciones del Jura y Saboya; los cantones germánicos comparten las tradiciones alemana y austriaca; y la cocina del Ticino es cercana a la del norte de Italia. Los Grisones tienen un repertorio bastante original, y la Suiza central conserva antiguas recetas agridulces.
La charcutería es sin ninguna duda el denominador común: surtido de salchichas y salchichones, sobre todo ahumados, carnes saladas o ahumadas y tocino, con los que se acompaña la choucroute o el puchero.
Suiza produce al menos 150 quesos, algunos de los cuales son de consumo local. Los de pasta dura reúnen, en particular, al gruyère, el emmental, el sbrinz, el tilsit (de origen prusiano), las raclettes del cantón de Valais y los quesos de rebibes.
Por su parte, el chocolate es la tarjeta de visita culinaria del país, y la industria chocolatera está a la altura de su reputación.
No hay una gastronomía típicamente helvética, sino tradiciones culinarias tan diversas como los cantones.
Los suizos son grandes aficionados al vino. Los viñedos del país, instalados en laderas escarpadas, difíciles de trabajar y de mantenimiento costoso, que se extienden por la mayor parte de las regiones, proporcionan sobre todo vinos blancos, obtenidos en su mayor parte de la cepa chasselas.
Membrillo
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Fruto de forma redonda, color amarillo verdoso y cubierto de una fina pelusa. Su pulpa es algodonosa, dura y algo indigesta, de sabor agrio, a veces un poco dulzona. Es originaria del oeste de Asia, incluido el territorio de Irán, donde todavía crece en forma silvestre. En México, la mayor parte se destina a la preparación del famoso ate de membrillo, pero también se consume fresco, solo o con chile, limón y sal. Es muy popular por su sabor agridulce.
Marañón
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Fruto carnoso de la familia de las anacardiáceas, de sabor agridulce, con la forma y el tamaño de una pera. Su piel es amarilla o roja. De la parte inferior del fruto cuelga una especie de almendra en forma de riñón, tan grande como una castaña, de donde se extrae la llamada nuez de la India. Es originario del Amazonas y se le conoce como acaiu en la lengua tupí del noreste del Brasil. En castellano se le denominó marañón, en referencia a la zona geográfica de la cuenca del río Marañón, de donde es natural el árbol. En México crece de forma silvestre a lo largo del litoral de los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán, y se cultiva en las costas de ambas vertientes, especialmente en Guerrero, Campeche y Tabasco, donde se consume como fruta fresca y se licúa con azúcar y agua para hacer agua fresca. En Campeche, los frutos se deshidratan y también se preparan en conserva y licores macerándolos en alcohol. La nuez de la India gusta mucho como fruto seco; se come como golosina, igual que los pistaches o cacahuates.
Manzana
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Fruto carnoso de la familia de las anacardiáceas, de sabor agridulce, con la forma y el tamaño de una pera. Su piel es amarilla o roja. De la parte inferior del fruto cuelga una especie de almendra en forma de riñón, tan grande como una castaña, de donde se extrae la llamada nuez de la India. Es originario del Amazonas y se le conoce como acaiu en la lengua tupí del noreste del Brasil. En castellano se le denominó marañón, en referencia a la zona geográfica de la cuenca del río Marañón, de donde es natural el árbol. En México crece de forma silvestre a lo largo del litoral de los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán, y se cultiva en las costas de ambas vertientes, especialmente en Guerrero, Campeche y Tabasco, donde se consume como fruta fresca y se licúa con azúcar y agua para hacer agua fresca. En Campeche, los frutos se deshidratan y también se preparan en conserva y licores macerándolos en alcohol. La nuez de la India gusta mucho como fruto seco; se come como golosina, igual que los pistaches o cacahuates.
Mandarina
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Cítrico agridulce con apariencia semejante a la de la naranja, con forma esférica ligeramente aplastada, cáscara anaranjada lisa o algo rugosa, floja y fácil de pelar. Es de origen asiático y se cultiva en regiones de clima cálido o semicálido; abunda de octubre a febrero, aunque se puede encontrar algunos meses antes y después. Las primeras cosechas de mandarina son muy ácidas, pero conforme avanza la temporada son más dulzonas, tanto, que al final de la temporada llegan a serlo más que las naranjas dulces. En estos últimos meses también se cosechan mandarinas de cáscara arrugada que parecen desinfladas y suelen tener los gajos resecos, por lo que su costo es muy bajo.
La mandarina es un fruto muy popular que se pela con las manos y se come gajo a gajo como antojo. Es una fruta importante en los altares de muertos y, de hecho, cuando empiezan a venderse en los mercados, la gente sabe que se acerca el día de Muertos. En el centro del país, cuando es la temporada, se elabora con frecuencia el jugo de mandarina en juguerías y casas por igual. En los mercados populares existen distintas variedades:
Huapilla
- Diccionario: Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana
Fruto subgloboso de la familia de las bromelias, de color amarillento, de 2 a 5 cm de diámetro, con un sabor agridulce que recuerda la piña. En Tamaulipas se emplea para hacer agua fresca; en Nayarit se prepara en dulce, cociéndolo en almíbar de piloncillo. En Veracruz, los totonacas de la costa Norte elaboran tepache con ella.