Entre sus ventajas, la cocina mexicana tiene una muy importante: está al alcance de cualquier bolsillo, es decir, no es exclusiva de un determinado grupo social. De hecho, se desarrolló entre el pueblo. Personalmente me encantan la cocina veracruzana, la yucateca y la oaxaqueña.
Como anécdotas chuscas recuerdo dos: una vez, en La Trufa, un cliente pidió un steak tartar, se le preparó en la mesa… ¡y decidió que mejor se le antojaba cocido! En otra ocasión, estaba probando los ceviches en el Pámpano, en Nueva York, y a uno le faltaba sal. Le puse una y otra vez, pero el sabor no mejoraba. De repente, me di cuenta de que en realidad ¡estaba poniéndole azúcar!
Procedimiento
Camarones
Ponga los camarones en una olla y vierta agua hasta cubrirlos. Retire los camarones, añada las hojas de laurel, el jugo de limón y sal de mar. Ponga sobre el fuego y en cuanto hierva, agregue los camarones. Retire del fuego y deje los camarones en el agua hasta que cambien de color y se tornen de color rosa opaco. Retírelos del agua, colóquelos en un tazón y ponga este recipiente dentro de otro más grande con hielos para que se enfríen.
Jugo de chile habanero
Licue todos los ingredientes, excepto el aceite. Sin dejar de moler, agregue el aceite poco a poco y reserve.
Presentación
Mezcle los camarones pochados con el jugo de chile habanero, las tiras de cebolla morada y el cilantro picado. Sirva en tazones o platos hondos y ponga encima de cada uno los cubos de aguacate y las tiras de chile habanero.
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