Muchos litros de tinta se han derramado escribiendo sobre las madeleines. Estos bocaditos perfumados sin duda inspiran alegría, y tal vez algunas páginas.
En la historia…
Hay muchas leyendas sobre el origen de las Magdalenas; algunas datan de la Edad Media, cuando se moldeaban pastelitos en forma de conchas en las rutas de peregrinos, aunque el pueblo de Commercy, en Francia, se adjudica su creación.
Un bocado de Magdalena arrancó la inspiración para revivir la infancia de Marcel Proust, quien las inmortalizó en su obra “En busca del tiempo perdido”.
Procedimiento
Calentar la mantequilla en un sartén hasta que tenga color avellana. Retirarla del fuego, dejarla enfriar y colarla.
Mezclar con un batidor globo los huevos, el azúcar, la leche, la miel de azahar, el interior de la vaina de vainilla o el extracto, la ralladura de mandarina y la nuez moscada. Cernirles encima la harina y el polvo para hornear, mezclar e incorporar la mantequilla derretida. Refrigerar durante una noche.
Introducir la mezcla en la manga y llenar los moldes hasta cubrir ¾ partes de su capacidad. Dejar reposar la masa en refrigeración durante 2 horas o hasta un día.
Colocar los moldes en la parte baja del horno y hornear a 200 ºC durante 15 minutos o hasta que las Magdalenas estén ligeramente doradas. Sacarlas del horno y dejarlas enfriar.
Información adicional
CONSEJOS
Puedes perfumar las Magdalenas con la ralladura de cualquier cítrico.
Es mejor comer las Magdalenas el mismo día que las preparas para disfrutar al máximo de su textura esponjosa y fresca; aunque se pueden conservar en un recipiente hermético hasta una semana.
Para elaborar la miel de azahar, hierve una taza de agua con una taza de azúcar y dos cucharadas de flores de azahar hasta obtener un jarabe espeso; cuélalo y déjalo enfriar.
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