Llamarle fusión a algo es muy arriesgado. ¿El espagueti al pomodoro es una fusión de China con América? ¡Pues resulta que es un platillo súper italiano! Los tamales en México, con la manteca de cerdo, también son un platillo fusión. No hay que tenerle miedo: una cosa es la comida que se fusiona con una lógica y otra muy diferente la de un novato, donde no hay un porqué. El betabel sabe bien con el queso de cabra porque uno es dulce y el otro ácido, y es una combinación clásica, con balance y armonía. Sería incorrecto pensar que la cocina fusión es batir 20 ingredientes, porque para fusionar necesitas tener un conocimiento bárbaro de ellos. Más allá de lo científico, literario o académico, debes poder trabajarlos, tocarlos, saber cómo se comportan, tener memoria gustativa, pensar en cosas que se comen y saborearlas, poder separarlas en partes y saber por qué son deliciosas.
Hablar de buenos recuerdos siempre es grato y uno de ellos fue lo que pasó con la encuesta de la Guía de Buena Mesa, donde nuestros clientes nos dieron altas calif icaciones en diferentes aspectos. Es la máxima satisfacción y representa mayor compromiso.