Evangelina Aquino: Cocinera tradicional de Oaxaca y luchadora en pro de las mujeres

Evangelina Aquino Ruiz ganó dos premios en el 4º Encuentro de Cocineras Tradicionales de Oaxaca: uno por platillo ceremonial y uno más por la mejor decoración.

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Evangelina no se dedicaba a la cocina, aunque en su familia sus abuelas y tías eran cocineras, ella y su madre decidieron cambiar de giro. Hasta hace algunos años se dedicaban al comercio, contaban con un local donde vendían frutas y verduras en el mercado municipal de Tlacolula de Matamoros; uno de los 520 municipios que conforman el estado de Oaxaca.

 

Inicios de Evangelina en la cocina

Sus inicios en la cocina no fueron los más agradables. Ella es la nieta que entregaron: una práctica que se acostumbra cuando alguna de las abuelas o tías quedan viudas. Al fallecer su abuelo paterno, ella quedó a cargo de su abuela –una mujer de carácter y personalidad fuerte, cocinera tradicional que además de rigurosa con Evangelina–.

 

“Tengo un mal recuerdo de la cocina, no lograba hacer tortillas. Las botaba en el comal y no quedaban, mi abuela paterna se enojaba mucho porque me salían chipotudas; decía que a las tortillas hay que acariciarlas mientras las soltamos en el comal. Un día se enojó tanto conmigo que tomó mi mano –narra mientras se sostiene la muñeca con fuerza– y dijo: ‘¡Así! ¡Así se ponen las tortillas!’ Puso mi mano sobre el comal, y se fue mi mano con todo y comal”.

 

Con su familia materna, aun sin convivir mucho con ellos, no existían este tipo de regaños. Al ser una de las nietas mayores, cuando llegaban a “castigarla”, era ponerla a trabajar en el metate. Aunque, por el contrario, esto realmente no le molestaba, y hasta gusto le daba pues tenía tiempo para pensar.

 

 

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Evangelina fue presidenta de la Asociación de Comerciantes del Mercado de Tlacolula. Fue durante ese periodo que se percató de las necesidades de las mujeres comerciantes. Para empezar, notó que muchas comerciantes se sentaban en el piso, no había un techo para protegerse y, cuando llovía, las tempestades y el aire se llevaba el manteado, dejándolas sin protección y en el piso mojado.

 

En la administración del 2011 se dio el nombramiento a las Cuevas de Yagul como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO; y aprovechando este suceso, Evangelina y otras comerciantes decidieron acercarse al presidente municipal para solicitar el mejoramiento del mercado. Él, buscando intimidarle, dijo que no podía hacer nada a menos que se le entregara un proyecto. Sin desalentarse, buscó los medios para realizarlo . El resultado: todo un proyecto de gestión de mejoramiento del mercado.

 

Cuando terminó el mejoramiento del mercado todo empezó a derrumbarse. No se respetaron los espacios que se tenían asignados originalmente; la despidieron de su trabajo y su esposo, comenzó a ejercer violencia verbal en su contra al verla aprender, mejorar y dedicar su tiempo a favor de las mujeres de la comunidad, por ello decidió abandonarla a ella y a sus hijos.

 

Aunado a esto, el Palacio Municipal la despojó de su puesto. “Es una impotencia que no puedo describir llegar al palacio municipal, ver a mis mismos compañeros sacando todas nuestras cosas y encontrar a mi madre sola, sentada en una banca viendo cómo les despojaban de su forma de vida”, describió Evangelina.

 

 

El mole chichilo desde Evangelina Aquino

A Evangelina le tomó casi un año recuperarse emocionalmente de estos eventos, y fue cuando decidió junto con sus hijos vender chocolate en el parque. Fue a partir de esta etapa que comenzaron a invitarla a representar a Tlacolula en eventos gastronómicos alrededor del país. Además, decidió preguntarle a los “viejos”—como les llama ella— las recetas tradicionales de la comunidad. Pronto, comenzó a preparar comida tradicional como el mole ceremonial, el coloradito y el chichilo, este último platillo preparó Evangelina para ganar el puesto como mejor platillo ceremonial.

 

Éste es un mole que se prepara tradicionalmente cuando alguien fallece. Entonces, cuando se lo empezaron a pedir por encargo le dijo a su mamá: “Yo no lo hago mamá, no quiero hacerlo porque me da mucha tristeza cocinarlo”. Evangelina decidió reconciliarse con este platillo y con el sentimiento de tristeza de cuando le tocó prepararlo en el fallecimiento de sus dos abuelas, dos tías y un tío cercanos: “Ahí aprendí que según el estado de ánimo de cada quien es el sabor que tiene el chichilo, puede ser salado o ligeramente dulce, aunque a este plato no se le agrega nada de azúcar”.

 

Hoy Evangelina es cocinera tradicional, emprendedora y madre, agradece la “desgracia” y guarda mucho cariño a las personas que, con la intención de hacerle daño, la orillaron a cocinar, aprender, viajar, sentirse orgullosa y amar a su comunidad como nunca antes.

 

Por Federico Diego

 

Agradecemos al Departamento de Turismo del gobierno de Oaxaca por invitarnos al 4º Encuentro de Cocineras Tradicionales.

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