Los limones rellenos de coco siempre lucen muy atractivos en todos los aparadores de las dulcerías tradicionales y es clásico presentarlos amontonados y mostrando su relleno. En la CDMX y estados en donde existe una tradición dulcera, se acostumbran recetas como ésta.
Los colores y las texturas de los limones varían: cuando están muy verdes es porque los han cocido con bicarbonato de sodio; cuando son algo pálidos, oscuros y opacos, es porque los limones se han dejado al natural y solamente se han cocido en agua con azúcar, y los muy oscuros de tono café se han preparado con piloncillo. Para confitar las cáscaras, después de ser cocidas, se bañan en el almíbar, se escurren, se dejan secar un poco y se vuelven a bañar hasta obtener el grosor de azúcar deseado. De las versiones anteriores ninguna es mejor que otra, simplemente son diferentes.
Uno de los estilos de los limones rellenos de coco que más me gusta es el de Santa Cruz Acalpixca, en el Distrito Federal: son melosos, muy oscuros, suaves y dulces. Llama mi atención que en este pueblo muchos dulceros no cortan el extremo del limón; pareciera que lo exprimen para rajarlo de alguna parte y por ahí vaciarlo y rellenarlo, de tal manera que los limones no se vean perfectos en el corte.