Sin lugar a dudas, nuestra alimentación guarda una relación estrecha con el lugar que habitamos, pero también existen otros factores que determinan lo que comemos y de qué manera lo hacemos. Entonces, ¿qué papel juega la religión en todo esto?
Vamos por partes.
¿Alimentación o dieta?
Hablar de alimentación implica, forzosamente, comprender que la ingesta de alimentos de cada comunidad es la culminación de una serie de procesos que operan en diferentes estratos. En palabras de Jesús Contreras, antropólogo español y catedrático de Antropología Social en la Universidad de Barcelona: “La alimentación es un fenómeno multidimensional en el que interactúan la biología y las respuestas adaptativas desarrolladas en cada lugar y tiempo. Por esta razón, la alimentación es, también, un fenómeno social, cultural, identitario”.
Así pues, habría que hacer la distinción entre dieta y alimentación. Mientras que la primera se limita a definir un régimen individual que incluye ciertos alimentos y preparaciones, la alimentación como fenómeno multidimensional toma en cuenta las prácticas comunes de una población y sus aspectos sociales, económicos, simbólicos, ideológicos, religiosos, entre otros. Y es justamente sobre estos últimos que Contreras indaga en su artículo “Alimentación y religión”. En él comenta también que “La alimentación, pues, está pautada por el sistema de creencias y valores existente en cualquier cultura y momento que puede determinar, a su vez, qué alimentos son objeto de aceptación o rechazo”.
Así, hablar de una forma de alimentación de carácter religioso conlleva la obligación de reconocer los motivos por los que se consumen ciertos alimentos y se rechazan otros; comprender que los alimentos guardan una relación estrecha con el lugar donde se elaboran e ingieren; y que, en mayor o menor medida, los rituales en torno a su preparación y consumo se ven afectados también por los valores propios de la religión en cuestión.
Estas características también facilitan la distinción entre quienes practican una religión y quienes practican otra, de la misma forma en que es posible reconocer a un extranjero gracias sus costumbres alimenticias. Todo mundo tiene una anécdota sobre algún turista enchilado, o de algún mexicano que viaja al extranjero y lleva salsas y tortillas consigo.
A esto, Contreras agrega que “Puede afirmarse que todas las religiones o sistemas de creencias más o menos articuladas contienen algún tipo de prescripciones alimentarias, concepciones dietéticas relativas a lo que es bueno y a lo que es malo para el cuerpo (y/o para el alma), para la salud (y/o para la santidad) en definitiva”. Este es el caso de judíos y musulmanes, por ejemplo. Los primeros se conducen por las leyes de kashrut; los segundos, siguen la llamada dieta halal.
De acuerdo con lo que sugiere Contreras, el islam y el judaísmo tienen restricciones dietéticas muy particulares que pueden explicarse con la búsqueda del bienestar común de sus fieles, aun cuando existan otros factores importantes que entran en juego, como el hecho de distinguirse de otros grupos. Por otro lado, la prohibición de la carne de cerdo podría guardar relación, como ya hemos comentado, con asunto ecológicos, económicos o de salud, además de las prescripciones religiosas y su simbología.
Por otro lado, Montserrat Vilaplana, agrega que las religiones, dentro de estas restricciones o determinaciones, puede cubrir ciertos aspectos de la alimentación, por ejemplo, qué alimentos pueden ser incluidos en la dieta y cuáles no, qué estacionalidad debe de respetarse, a qué horas del día en que deben ser tomados los distintos alimentos, cuándo y cuán largo debe ser el ayuno.
Pero vayamos un poco más a fondo.
Ley de Kashrut
Las leyes de kashrut (término que puede entenderse como “apropiado” o “permitido”) son un conjunto de preceptos para determinar los alimentos que los practicantes del judaísmo pueden comer o no. Aquellos alimentos que cumplen con las condiciones para esto son denominados como “kosher”. Pero ¿qué significa cumplir con estas condiciones? De acuerdo con Rav Shraga Simmons, existen varios puntos con los que se debe cumplir para que estos alimentos puedan ser llamados kasher:
- Deben ser de alguna de las especies permitidas (dentro de las 4 categorías: animales, insectos, aves y pescados). Algunas de las prescripciones más importantes de este punto son:
- Sólo comer animales rumiantes con las pezuñas hendidas.
- No comer cerdo.
- Consumir sólo pece con aletas y escamas.
- Sólo consumir aver limpias, como gallina, pato, pavo o ganso
2. El animal debe ser faenado de acuerdo al ritual descrito en la Torá (shejitá) por un matarife kosher, denominado shojet. Este proceso tiene la finalidad de reducir el sufrimiento del animal al mínimo posible.
3. Dado que el consumo de venas y grasas está prohibido, deben quitarse de la carne del animal antes de consumirse. (A este proceso se le conoce como “nikur”).
4. Se les prohíbe comer la sangre de los animales, por lo que, después de faenados, los animales son sometidos a un proceso llamado melijá, que consiste en lavar y salar la carne antes de ponerla en una superficie inclinada donde la sangre puede fluir libremente. Posteriormente, se lava de nueva cuenta para remover toda la sal. Igualmente está prohibido consumir miembros o carne extraídos de un animal vivo, a esta ley se le conoce como éver min hajai.
Existen otras restricciones, prohibiciones y prácticas adicionales para hacer que los alimentos sean kosher: la leche debe ser ordeñada bajo supervisión para asegurar que la leche proviene de un animal kosher, la comida deber ser cocinada por una persona judía y debe utilizar utensilios kosher para cocinarla. Tampoco pueden consumir productos derivados de animales no kosher.
Dieta halal
La dieta halal (“permitido”, en contraste con haram, que significa “prohibido”) cuenta con sus propias restricciones, preceptos y rituales. Es de esperarse, por mencionar un caso, que quienes practican esta religión coman para sobrevivir y mantenerse saludables, en lugar de vivir para comer. Además, “en el Islam, comer se considera un acto de adoración a Dios junto con la oración, el ayuno, la limosna y otras prácticas religiosas”.
Entre los rituales encontramos, por ejemplo, el denominado dhabihah: su propio ritual de sacrificio. En él, se cortan el esófago, la tráquea y la yugular del animal con una hoja muy afilada, no sin antes pronunciar el nombre de Dios “para enfatizar la santidad de la vida y que el animal será sacrificado para comer con el consentimiento de Dios”. De acuerdo con una nota de Miummium, a estos se agregan los siguientes requerimientos:
- El matadero debe ser un musulmán adulto sano.
- El animal se debe sacrificar con un cuchillo afilado y con movimientos continuos.
- El corte de garganta debe pasar por al menos tres partes: el esófago y los dos vasos sanguíneos a cada lado de la garganta, y no se debe tocar la médula espinal.
- El animal debe ser bien tratado antes de matarlo y no debe ver cuando maten otros animales. Tampoco se debe afilar el cuchillo en su presencia.
- Se debe drenar toda la sangre del animal antes de cortarlo.
Los alimentos halal, finalmente, son aquellos que se elaboran utilizando ingredientes halal. Estos bien podrían ser la carne de los animales permitidos, como vacas, ovejas, cabras, camellos, caballos, conejos y algunas aves de corral, pero también podrían utilizarse junto con la carne los huesos y la lana para otros fines. Recordemos que la dieta halal forma parte de todos los aspectos de la vida.
Entre otras de las prácticas de la dieta halal están el ayuno en general y el ramadán en particular y la prohibición de bebidas alcohólicas, cerdo, jabalí y reptiles. De acuerdo con Henar Fernández, “se rompe el ayuno con agua y dátiles, antesala de la sopa típica a base de legumbres y cereales. De este ayuno se exime a las personas enfermas, niños y ancianos”.
La alimentación en otras religiones
El cristianismo no tiene restricciones dietéticas tal cual, pero si condena la gula y la considera uno de los diez pecados capitales. Durante la Cuaresma se elimina el consumo de carne, pero cada vez es más común que esta práctica se limite sólo a los viernes de Cuaresma.
El caso del budismo es curioso, puesto que los budistas se abstienen de comer carne o causar daño a los animales porque su consumo dificulta su camino al nirvana. La soya, el arroz, las frutas y hortalizas son los alimentos principales de su dieta.
En un capítulo de Chef’s Table, la serie documental de Netflix, Jeong Kwan, llamada “la chef filósofa” por el New York Times, menciona que “la comida secular se concentra en crear una energía dinámica. Pero la comida del templo mantiene la mente en calma y estática. Al hacer la comida del templo, hay cinco ingredientes que no usamos: ajo, cebollas, chalotes, cebollines y puerros. (…) Estas cinco especias son fuentes de energía espiritual, pero un exceso de esta energía no permitirá que el espíritu de un monje logre un estado de calma”.
Aunque su alimentación es predominantemente vegetariana, el pescado no está prohibido totalmente. Hay algunos días de ayuno o abstinencia a lo largo del año.
Por Ulises Granados