México se caracteriza por su incontable número de fiestas y celebraciones, pero si existe una que está estrechamente vinculada con la comida y la ritualidad es el Día de Muertos. Las prácticas y las tradiciones varían dependiendo de cada región del país; entre altares, ceremonias y alimentos, es que se honra la vida y la muerte.
La riqueza cultural y culinaria de México se vuelve tangible en la diversidad de alimentos y platillos que se ofrendan a los muertos en los altares. Mole con pollo, tamales, atoles, dulce de calabaza y camote, higos enmielados, frutas de temporada y pan de muerto, son algunos de los más comunes. El pan de muerto es, quizá, el más representativo de la celebración de Día de Muertos debido a su forma, sabor, aroma y significado.
Origen y significado de esta tradición
El origen del pan de muerto como lo conocemos en la actualidad no está registrado en documentos históricos, y tampoco existen pistas de haberse originado en la época precolombina. Si bien sabemos que las culturas mesoamericanas realizaban ofrendas para sus muertos, no se podría afirmar que surgió en dicha época. Sin embargo, el pan de muerto con su forma actual, de forma redonda, con tiras que asemejan huesos y la parte de arriba que simula un cráneo, aparece en algunos bodegones y recetarios de finales del siglo XIX y principios del XX.
Lo anterior no demerita el significado y el misticismo que se le atribuye al pan de muerto, así como su gran popularidad en la cocina mexicana. Se cree que la forma redonda del pan hace alusión al ciclo de la vida y la muerte; la parte de arriba está compuesta de tiras de pan en forma de huesos de los difuntos, aunque otras versiones afirman que son las lágrimas derramadas por amigos y familiares de los muertos. Su característico sabor y aroma a naranja y flores de azahar están presentes en el pan para evocar el color y aroma de la flor de cempasúchil, con la cual, se cree, se erige un puente entre la vida terrenal y la vida espiritual.
La diversidad en los panes
A lo largo y ancho del país existen diferentes formas y tamaños de pan de muerto. Podemos encontrar los antropomorfos llamados “ánimas” o “animitas”; los tradicionales “golletes”, que son roscas espolvoreadas de color rosado; o las “regañadas” o “yemitas”, originarias de Oaxaca, en las que se coloca una figura de alfeñique haciendo alusión a los rostros de los difuntos.
Hay una gran variedad de recetas de pan de muerto que puedes realizar en casa. Conoce las más populares:
Pan de muerto con azúcar rosada
Te encantará esta receta de la chef Paulina Abascal, elaborada a base de harina de trigo, levadura, huevo y leche. En esta receta no puede faltar el agua de flores de azahar y la peculiar azúcar rosada.
Se cree que el azúcar rosada evoca la ritualidad y el uso ceremonial del color rojo en la época precolombina; otras versiones afirman que se emplea para simular la sangre derramada por los difuntos.
Pan de ánima con cajeta de muerto
Esta receta, interpretación de la chef Paloma Ortiz y originaria de la mixteca oaxaqueña, es muy peculiar debido a su forma, sabor y textura. A diferencia del típico pan de muerto, este pan se aromatiza con anís y se rellena con una cajeta a base de camote y guayaba. Podrás encontrar esta y más recetas en nuestro libro Día de Muertos. Recetas y tradiciones.
El pan de ánima, de figura antropomorfa, rinde homenaje a los difuntos que han trascendido al mundo espiritual. En otras regiones de México como Michoacán, Veracruz, Guerrero y Chiapas, también es posible encontrar variantes de este pan.
Este delicioso pan de muerto con ajonjolí, receta de la afamada chef Alicia Gironella, está elaborada a base de un bizcocho blanco, con ingredientes como huevo, harina de trigo, leche y canela. Su textura, esponjosa por dentro y dorada por fuera, lo vuelve un pan de muerto único.
Pan de muerto relleno de crema montada
En la actualidad se han vuelto populares los panes de muerto rellenos. La receta del chef panadero Miguel Gómez es muy particular, ya que además de que el pan está relleno de crema montada, es elaborado con masa madre y espolvoreado con azúcar candi. Esta receta mantiene el aroma tradicional de ralladura de naranja.
Por Miguel Ángel Ruiz
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