Postre que consiste en un merengue suave de clara de huevo espolvoreado con canela molida, flotando sobre una salsa de yema de huevo. Invariablemente se sirve en una copa larga o aflautada. El comensal debe tomar al mismo tiempo un bocado del merengue con un poco de la salsa, de lo contrario no se puede percibir la delicadeza del postre. Para obtener el merengue, se baten claras de huevo con azúcar y ralladura de limón. La salsa de yema es una crema inglesa muy ligera, contiene leche, azúcar, canela y yemas. Se trata de un postre muy sutil y ligero, pero como todas las recetas de postres que circulan de familia en familia, va tornándose más complicada. Es típico de Tabasco.
Postre que consiste en un merengue suave de clara de huevo espolvoreado con canela molida, flotando sobre una salsa de yema de huevo. Invariablemente se sirve en una copa larga o aflautada. El comensal debe tomar al mismo tiempo un bocado del merengue con un poco de la salsa, de lo contrario no se puede percibir la delicadeza del postre. Para obtener el merengue, se baten claras de huevo con azúcar y ralladura de limón. La salsa de yema es una crema inglesa muy ligera, contiene leche, azúcar, canela y yemas. Se trata de un postre muy sutil y ligero, pero como todas las recetas de postres que circulan de familia en familia, va tornándose más complicada. Es típico de Tabasco.
Término que designa a las variedades de pan que se prepara en el municipio de Copainalá, Chiapas. En esta localidad no se conoció el pan de trigo hasta principios del siglo XX, dado que antes sólo se consumía una forma de totoposte con miel silvestre, acompañado con atole. Posteriormente los totopostes empezaron a sustituirse por el pan de San Cristóbal, que era traído por los comerciantes, en especial durante las ferias y fiestas patronales. Tiempo después algunas mujeres fueron a San Cristóbal para aprender a elaborarlo y así fue como empezó a producirse el pan en Copainalá.
Término que designa a las variedades de pan que se prepara en el municipio de Copainalá, Chiapas. En esta localidad no se conoció el pan de trigo hasta principios del siglo XX, dado que antes sólo se consumía una forma de totoposte con miel silvestre, acompañado con atole. Posteriormente los totopostes empezaron a sustituirse por el pan de San Cristóbal, que era traído por los comerciantes, en especial durante las ferias y fiestas patronales. Tiempo después algunas mujeres fueron a San Cristóbal para aprender a elaborarlo y así fue como empezó a producirse el pan en Copainalá.