Química, física, botánica, microbiología, estadísticas, matemáticas, genéticas y, obviamente, gastronomía, son varios de los conocimientos que deben mostrar quienes lideran la parte enológica de una bodega. Oficio que conjuga técnica y arte para transformar las uvas y decidir el camino que llevará el vino y la bodega misma.
Históricamente esta labor ha sido dominada por hombres, pero como consecuencia de los cambios estructurales en temas de género y, sobre todo, al trabajo arduo de miles de mujeres que por siglos han estado entre bambalina —es decir, en los viñedos o en el laboratorio—, hoy se suman enólogas y winemakers que marcan pauta en la enología mexicana con proyectos ya establecidos o propios, de las que te compartimos historias dignas de conocer.
Abriendo camino: Laura Zamora
Lo del vino a la ensenadense Laura Zamora le vino un poco por causalidad ya que, aunque sí formaba parte de la cotidianidad en casa, nunca pensó que la llevaría a convertirse en la primera enóloga de México.
Todo comenzó para ella cuando entró al laboratorio en 1979 de Bodegas Santo Tomás a cursar sus prácticas de la escuela, gracias a Octavio Jimenez Gutiérrez, su maestro y en ese entonces gerente de producción de la bodega más antigua de Baja California. Ahí fue entendiendo cómo la tierra, la vid y lo que pasa en bodega forman la experiencia del vino; así que se capacitó por décadas en zonas enológicas de California y Argentina con maestros como Dimitri Tchelistcheff y Miguel Ángel Daruich, y los enólogos Hugo D’Acosta y Christoph Gardner que llegaron a dejar su huella a Santo Tomás.
En los primeros años del 2000 se convirtió oficialmente en la enóloga de esta bodega fundada en 1888, hasta su salida en 2019, dejando en su camino más de 300 medallas y las icónicas etiquetas de Misión 1888 y Duetto, entre otras. Tras Santo Tomás no paró y hoy tiene un nuevo proyecto llamado Casa Zamora, con etiquetas muy especiales como Pescador Mexicano, en honor a su padre quien ejerció este oficio toda su vida.
Qué probar: Rosa de los Vientos y Pescador Mexicano.
Laura Zamora de Casa Zamora
Cuidar la tierra del vino: Natalia Badan
Para Natalia Badan, la Baja es su pequeña patria y la de su familia. Vive en Valle de Guadalupe desde que tiene 6 meses y ahora ya pasa los 70. Además, en este lugar se encuentra Mogor Badan, la bodega fundada por su hermano Antonio en 1985. Aunque Antonio falleció en 2008, dejó un legado con una filosofía de trabajo en torno al viñedo. A lo largo de varias décadas, esta bodega ha producido vinos boutique como Mogor Badan, Arrebol, Chasselas y Pirineo.
Natalia se ha encargado de cuidar y continuar produciendo estos respetados vinos que actualmente usan la agricultura regenerativa de guía, contando con el apoyo de sus hijos Andrés, Juan, Ana Sofía y el enólogo Alberto Rubio. Además, esta mujer es una defensora de la vocación agrícola en la Baja, haciendo eco a la importancia de vivir este valle “de verdad”, y promoviendo el enoturismo como lo que debe ser: una experiencia cultural que busca acercar el trabajo agrícola del viñedo a los visitantes.
Qué probar: Chasselas del Mogor y Arrebol.
Natalia Badan, promotora del enoturismo
Sumar a la historia: Cristina Pino
Cristina Pino es española, una extremeña con alma bajacaliforniana que comenzó su camino en tierras mexicanas en 2011, pasando por bodegas como Monte Xanic, para hoy ser la enóloga de Santo Tomás tras la salida de Laura Zamora.
Esta licenciada y Doctora en Enología ha sido pieza clave e integrante del Consejo Mexicano del Vino (CMV) y de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Desde su entrada a Santo Tomás ha trabajado en acercar nuevos públicos a esta pionera bodega y añadir al portafolio otros estilos de vino, como los Pét-Nat, con el Cantarranas elabora por método ancestral, sin filtrar y sin sulfitos. A la par tiene otros proyectos experimentales, entre ellos Micha Micha, un vino espumoso enlatado que trabaja junto a Keiko Nishikawa, y Bixo, un Pét-Nat hecho en el Valle de San Vicente con Llano Colorado.
Qué probar: Sauvignon Blanc Santo Tomás y Cantarranas.
Cristina Pino, enóloga de Santo Tomás
Visiones complementarias: Silvana Pijoan
Silvana Pijoan ejemplifica la nueva generación de hacedoras de vino en Baja California. Hija de Pau Pijoan, de Vinos Pijoan, comenzó hace algunos años a generar la parte experimental de esta bodega fundada en 2002. Collage fue su primer vino trabajado junto a su padre, y desde entonces la mínima intervención y la agricultura regenerativa han marcado su estilo. Su primer vino natural en individual fue Árbol de Fuego.
A igual que ella, otras enólogas y winemakers han construido su camino en Baja, ya sea por el vino convencional o más experimental. Nicole Martain, hija de Fernando Martain, fundador de Cavas Valmar, bodega ya clásica en el valle desde 1983, tiene Valle de Tintos junto a su esposo Álvaro Romero; Kristin Magnussen, hija de Ray Magnussen, fundador de la vinícola Lechuza, desde 2012 decide la parte enológica de este espacio.
Se suman a la escena liderada por mujeres en esta zona del país Lourdes Martínez en Vinícola Bruma, formada en la Universidad de Burdeos, quien se ha posicionado con sus líneas Ocho, Plan B y Bruma; Karina Hernández que lidera lo experimental en Magoni, de Camilo Magoni, otro pionero en el Valle; y más recientemente Fernanda Parra y Roxana Romero, con Pouya que producen vinos de baja intervención.
Qué probar: Árbol de Fuego y Collage tinto.
Silvana Pijoan, cofundadora de Vinos Pijoan
Hacer vino desde el terroir: Natalia López
La fascinación por los vinos de poca intervención de Natalia López es actualmente un referente en el bajío del país. Ella junto a Branko Pjanic, originario de Bosnia Herzegovina, lograron en su bodega Cava Garambullo, ubicada en San Miguel Allende, Guanajuato, crear una comunidad interesada en el tema de vinos naturales, caracterizados por el uso de levadura autóctona, el trabajo sin aditivos, correcciones y sin filtrar.
Con más de 15 años en el mundo de la enología y una maestría en Ciencias en Enología, Viticultura y Terroir en Francia, Italia, Portugal y España, esta mujer incentiva el uso de uvas (orgánicas o biodinámicas) libres de herbicidas y pesticidas, con los que hace etiquetas como Rover, un vino naranja o varios Pét-Nat, entre ellos Ventura. A inicios de 2024 inauguró un nuevo sueño: Academia Vinograd, su proyecto educativo donde imparte clases, talleres y conferencias.
Qué probar: Pét-Nat Ventura y Rover.
Natalia López, promotora del vino natural en Cava Garambullo
Nuevos caminos: Lucía García
Parras de la Fuente, Coahuila, es hoy casa de la enóloga sevillana Lucía García, actual directora Técnica y Enóloga de Vinícola Parvada, una bodega que comenzó en 2017.
Es egresada de Ciencias Biológicas en Salamanca, cuenta con un máster en Enología y Viticultura y experiencia por su país natal, Chile y Alemania, aprendizajes enológicos que influenciaron las etiquetas que coordina en su primera incursión en México.
Su sello recae en el uso de varietales Cabernet Franc, Verdejo, Caladoc —cruce de Garnacha y Malbec—, saliéndose un poco de las uvas usadas convencionalmente en la zona de Parras.
Qué probar: Blanco Parvada y Cabernet Franc Parvada
Lucía García, directora y enóloga de Vinícola Parvada
Otras mujeres de referencia son la chihuahuense Mónica Pinoncely, enóloga de Bodegas Pinesque en Chihuahua, que desde los años 90 están impulsando esta industria en el norte del país; y la winemaker Sylvia Penski, de Cava Post Data en la Ribera Sur de Chapala, en el estado de Jalisco, pionera en el naciente mundo del vino de Occidente.
Por Wendy Pérez